martes, 10 de marzo de 2020

COLOMBIA, ¡Adiós, Colombia!



    Colombia es un país que me ha gustado visitar. No puedo decir que me haya atrapado, pero sí que puedo volver para realizar algunas visitas que se me han quedado por el camino.
   Los objetivos que tenía al programar el viaje los he cumplido con creces. Visitas a ciudades, museos y mercados; baños en aguas caribeñas y ríos de montaña; paseos por desiertos, senderos de montaña,  selvas y cafetales; escalones y más escalones; platos típicos, zumos, jugos, arepas, frutas; fiestas de carnaval y gente con la que platicar tras un "tinto" o una infusión de coca; aviones, busetas, lanchas y hasta una moto en la que "me he dañado la cadera..."
    Dejo para un nuevo viaje, toda la zona del departamento de Santander, que creo se merece una o dos semanas, la Ciudad Perdida, el Parque Tayrona, La Guajira y tal vez alguna isla... Y otras zonas que ni se me han pasado por la cabeza.
    Su gente se ha portado muy bien conmigo y me he sentido acogido y respetado. Yo he intentado actuar con el mismo respeto y empatía. En ningún momento me he sentido en peligro ni violentado; al contrario, siempre ayudado por la gente ante cualquier necesidad o contratiempo.
    La desigualdad social es evidente. Hay gente muy rica y mucha gente que vive al día. Políticamente la gente quiere dejar de lado los años de violencia y vivir su libertad con alegría y paz. No piden mucho más ni mucho menos...

  De Bogotá me quedo con el Cerro de Monserrate


Zipaquirá, la Catedral de la Sal.


La plaza de Villa de Leyva



Desierto de Tatacoa


Valle de Cocora, las palmas de cera


Medellín, Botero y los "paisas"


Guatapé, El Peñol


Santa Marta, Taganga


El Carnaval de Barranquilla


Cartagena de indias, ciudad colonial


   Ya en España, después de un vuelo de 10 horas con mascarillas entre los más precavidos, me encuentro con un virus, una pandemia y un confinamiento sin determinar el tiempo. No sé qué me depararán estos meses en "prisión".

                   Acabo de leer que "para viajar lejos no hay mejor nave que un libro"
   

sábado, 29 de febrero de 2020

COLOMBIA. Cartagena, cosas curiosas: aldabas y mercado de Bazurto





  He llamado a la aldaba y me han abierto.

    - Buenas, ¿Esta casa perteneció al capitán mercante Don Alfredo de Salazar...?



        -Sí señor, ¿pero de dónde ha sacado usted esa información?
          Sus descendientes hace tiempo que la transformaron en un hotel, me contesta  un joven pulcramente vestido.


   En los paseos por estas calles he ido observando los portones de las casas coloniales y sus aldabas

 

    Te propongo un juego-reto;
¿Serías capaz de asociar la aldaba de la puerta al propietario de la casa atendiendo a su profesión?





comerciante
marino
eclesiástico
artesano


militar


       El Mercado de Bazurto no está dentro de la ruta turística, o al menos se sale de los tìpicos tópicos de la ciudad colonial o del pequeño Miami de Bocagrande, islas del Rosario. El mercado es congruente con su reputación. Me recuerda al mercado Oriental de Managua de los años 80.



       Desde primeras horas de la mañana, se convierte en un lugar bullicioso, donde afloran nuevos callejones con carpas que se levantan, cajones apilados que se transforman en puestos donde se vende casi de todo... En el transcurso de la mañana, apenas se ven turistas con cámaras y móviles...


    Aquí está la otra vida de Cartagena, de los cartageneros de a pie, de los que salen todos los días a la calle a buscarse la vida, lejos de los turistas de camisas floreadas y sombreros al uso.


   Ruidos de cuchillos que se afilan, rompecabezas y puzles de frutas en equilibrio sobre cajones de madera, vendedores que gritan precios a veces ininteligibles, ofertas para probar el producto...


    A pesar de estar tan sólo a 15 minutos del centro, a pie por supuesto, se respira la lejanía entre dos mundos separados por un océano, un avión, un continente...




    La gente es encantadora, siempre con una sonrisa en su cara y dispuesta a entablar conversación... Yo me intereso por su vida y ellos se interesan por la mía...
     Creo que voy a probar su comida... Señora María, ¡me quedo a comer!


     


















viernes, 28 de febrero de 2020

COLOMBIA, bus turístico por Cartagena de Indias.


    Hace calor y creo que el bus turístico es una buena opción para conocer una  Cartagena, un tanto alejada de la almendra central por donde me he estado moviendo estos días. El autobús me da la opción de bajar y subir en algunas zonas que despierten mi interés.
    Lo voy a tomar aquí, en el muelle cerca de la torre del Reloj. 


    Me subo en la parada número 1. Me dan una audio guía. No hay mucha gente y elijo un asiento de la parte superior. Tal vez haga un recorrido completo y después veré cuáles son los sitios más interesantes para visitar en un segundo viaje. Tengo todo el día.


            Este brazo ya lo he pateado. Es el Camellón de los mártires, nexo de unión con el barrio de Getsemaní, propiamente dicho.

Palacio de Convenciones
Pegasos
Parque Centenario


                   

     



    
 
Muelle de la bodeguita
        
                            Nos adentramos en el barrio, pero por la parte más cercana a la bahía.


Al fondo se divisan los edificios de Bocagrande.  Inmensas moles de altos edificios de los cuales muchos cartageneros se sienten orgullosos... 


   Siguiendo la  Calle Larga entre murallas y bahía nos dirigimos hacia la Calle de la Media Luna.


A lo lejos, diviso el Cerro de la Popa y su ermita. Un cerro de unos 150 metros de altura desde el que se domina perfectamente la ciudad. Los españoles lo llamaron el cerro de la Galera y a su cima La Popa de la Galera.
Cerro de La Popa
   "... En 1643, era un lugar solitario y apto para la oración por lo que el fraile agustino fray Alonso de la Cruz subió a meditar. Allí se le apareció la Virgen..." Después todo vino rodado: construcción de una ermita, un convento, lugar de peregrinación...

               Vistas de la parte nueva de Cartagena, desde el Cerro. Bocagrande a lo lejos; hacia allí voy.


    Vuelvo a subir al bus. Paso por debajo del Castillo de San Felipe. Dejo atrás la estatua de Blas de Lezo. que sigue al mando de la guarnición, con el mismo brío que hace 300 años.


       He leído un poema del autor El Tuerto López, que en alguna de sus estrofas dice hablando sobre su ciudad:..."fuiste heroica en los tiempos coloniales, cuando tus hijos, águilas caudales, no eran una caterva de vencejos.
                         Mas hoy, plena de rancio desaliño, bien puedes inspirar ese cariño que uno tiene a esos zapatos viejos..."

Monumento a los zapatos viejos
   La avenida de Santander, flanqueada por la muralla y el mar nos conduce por un brazo de mar hacia Bocagrande.


Bocagrande
      Para poder aprovechar el mar y que sus playas de arena fueran estables "fabricaron estos brazos de mar, que contuvieran el oleaje y conservaran las arenas de la playa. Bocagrande es la pequeña Miami de Cartagena...

                        

    Estamos en febrero y parece que es el mes del viento... tampoco para tirar cohetes, pero se nota en las olas que veo desde la orilla. Me bajo  y doy una vuelta por el paseo marítimo, la costanera y me dirijo a la Avda de San Martín, calle principal donde volveré a tomar el autobús.


   La playa está limpia. Hoy parece que hay poca gente. Bueno, más de la mitad son vendedores. Que te paran, te paran y te vuelven a parar... La arena parece blanca, pero no, tiene un tinte grisáceo





Vuelvo al autobús, pues no me atrae mucho esta zona. Ya puedo decir que la he visitado y poco más.


     Desde mi atalaya autobusera, voy rodeando estos rascacielos colmena que no me dicen nada. hay una zona que le "dicen" el laguito, donde abundan los pequeños yates de recreo.
      Aprovecho el verde de las palmeras para darle un poco de fundamento a este plato de hormigón armado, que diría Arguiñano.

 





     Completo el recorrido y vuelvo a la Puerta del reloj. Me he hecho una idea de "la pequeña Miami" y ya sé dónde no viviría... Pero para los gustos variados son los sabores diversos...
     A propósito, he sucumbido a los vendedores callejeros. El sombrero ha evitado que me calienten la cabeza.






      Todos estos días las nubes han estado jugando con el sol, cuando cae la tarde. Hoy es el día en el que el sol está ganando  la partida, por eso me dirijo a la zona amurallada para observar como el astro rey se acuesta.


Algunas zonas con restaurantes ya están llenas. Prescindo del mojito + puesta de sol + gentío por
sesión de anochecer más solitaria. Sólo tengo que andar un poco.

  

                                   Las nubes no se han ido del todo. La puesta de sol es bonita.
El sol lucha por quedarse despierto, como los niños en verano que no quieren ir a la cama.  Se cuela por cualquier recoveco de la muralla.


      Salgo hasta el muelle. Los grandes cruceros y el viejo galeote también se despiden. La verdad es que las puestas de sol con la Sierra de Guadarrama al fondo desde el Palacio Real o las que suelo disfrutar en la playa de la Barrosa en Cádiz, no tienen nada que envidiar a esta caribeña.


                                               El sol se ha marchado, pero la fiesta continúa.




                                                                         Cartagena no duerme...