miércoles, 22 de mayo de 2024

Soria, resistencia numantina

    El GPS me conduce a Garray, un pueblo cercano a la ciudad de Soria, a unos 9 km. Hace casi 40 años pasé por aquí rumbo a Duruelo y no paré. La prisa de la juventud. Hoy es mi objetivo. Es temprano y me paro en el pueblo a tomar un café. El yacimiento está en un cerro, aquí al lado

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Saco la entrada con rebaja de jubilado y espero en la entrada pues hay una visita guiada a las 10.30 h.

                       

   La información facilitada a través de un vídeo y CD-ROM, con reconstrucciones de la historia de la ciudad en tres dimensiones, me proporciona las claves necesarias para entender mejor los restos arqueológicos del itinerario de visita. Estaba un poco despistado...

    La primera explicación se centra en la visualización espacial del cerco romano de Escipión, para lo que hay instalada una mesa-plano que ayuda a visualizar la posición topográfica de siete de los campamentos, en los cerros del entorno de Numancia, que están señalizados con hitos de color blanco.

                                          

   Después de veinte años de guerras contra Numancia (desde el 153 a.C.), el Senado romano decidió mandar a su general más famoso, Publio Cornelio Escipión Emiliano (había destruido la ciudad de Cartago), que llegó a la zona en Octubre del año 134 a.C.. Tras asolar los campos del Duero medio, que suministraban a las gentes del Alto Duero vino y cereal puso cerco a la ciudad de los Arévacos.

           

    En los meses siguientes, disponiendo de un ejército de 60.000 hombres (entre legionarios itálicos y tropas auxiliares indígenas), frente a los 4.000 numantinos encerrados en su ciudad, se dedicó a aislar Numancia con un férreo cerco, constituido por siete campamentos, levantados en los cerros que rodean la ciudad (están señalados con hitos blancos), unidos entre sí por un potente muro (vallum), de 9 kilómetros de perímetro (2,40 m de ancho y unos 4,50 m de alto, reforzado con torres de mayor altura).   Además, en la confluencia del río Duero con el Tera y con el Merdancho, dispuso fortines con rastrillos para controlar el paso fluvial.

 Tras veinte años de resistencia y once meses de asedio, Numancia fue arrasada en el verano del año 133 a.C., dándose la muerte cada uno a su manera y siendo vendidos los supervivientes como esclavos.

La segunda explicación se centra en la reconstrucción de esa Numancia arrasada.
 Las excavaciones arqueológicas han descubierto el trazado de dos ciudades: una más antigua de época celtibérica y, sobre ella, otra posterior de época romana, acomodada a la estructura de la anterior.

                

  La ciudad estaba rodeada por una potente muralla con cuatro puertas de entrada, dispuestas en los puntos cardinales. Se ha reconstruido un tramo de muralla con la puerta norte, defendida por dos torres cuadradas, de estructura de madera. Su anchura de base es de 4 m., estando realizada en piedra hasta unos 3’5 m. de altura, rematada en su parte superior por un parapeto más estrecho, de 1’5 m. de altura, hecho con adobe y postes de madera, que deja un adarve o paseo de ronda. 
                                 
 
 
    En la encrucijada se puede observar como la ciudad estaba planeada para defenderse del frío viento del norte, realizando el encuentro los distintos tramos de las calles de forma escalonada, para cortar el aire. Un pasillo de viento del Moncayo a los picos de Urbión...
 Las grandes piedras dispuestas en el centro de las calles ayudaban a pasar de una acera a otra sin enfangarse, ya que los desagües de las casas iban a las calles.

 

   El agua de lluvia y la acarreada desde los ríos, en caso de necesidad, se recogía en aljibes o depósitos, excavados en el manto natural y reforzados con piedra. Los hay de forma circular o cuadrada, situados en los patios de las casas para uso particular, o en las esquinas de las manzanas para uso comunal, como éste, dispuesto junto a una encrucijada de calles, que aún conserva el canalillo para encauzar el agua a su interior.
   
 

   Este aljibe, está situado en el patio de una casa particular, y cuenta con una escalera de peldaños de piedra para descender hasta el nivel donde se encuentre el agua. Estos depósitos están excavados en el manto natural arcilloso, que les proporciona la impermeabilidad necesaria, evitando la filtración del agua.

                            

    La tercera explicación se centra en las viviendas. y cómo evolucionan desde las iniciales de origen celtíbero y las segundas con la ciudad ya asentada, con las habilidades romanas. Se documentan en Numancia, al menos, dos ciudades superpuestas, una inferior de época celtibérica y otra encima de época romana. Se ha reconstruido una casa de cada una de ellas.

     

          La vivienda celtibérica tenía las paredes de base de piedra y recrecidos de postes de madera y adobes, rematada con un techado de vigas de madera, cubiertas de paja. La casa reconstruida en Numancia es de planta rectangular con dos pequeñas ventanas decoradas con alusiones a sus deidades.
    La bodega o estancia subterránea estaba destinada a la conservación de los alimentos En la dieta alimenticia de los numantinos predominaban los vegetales, con un peso específico de frutos secos (bellota o nueces) y, ante la falta de vino, bebían “caelia”, cerveza que extraían del trigo fermentado. No obstante, su riqueza era la ganadería.

          

  Está dividida en tres estancias: 
- Una delantera dedicada a labores artesanales (molienda de cereal y tejido), con una trampilla en el suelo para acceder a la bodega.

 

- Una habitación central o lugar de reunión familiar en torno al hogar a ras del suelo, donde dormían y comían; en la parte trasera otra más pequeña, destinada a almacén o despensa. 

 

- Por una puerta lateral se accede al corral con un pequeño cobertizo para los animales.

 Este segundo tramo de la muralla reconstruido proporciona un segundo límite, junto con el de la puerta norte, para hacerse una idea visual del espacio que ocupaba la ciudad. La muralla tiene una base de piedra, de 3,5m de alto, con sus caras externa e interna, construidas por grandes cantos, escasamente trabajados, y relleno su interior con piedras más pequeñas y tierra; corona esta base un parapeto estrecho, de 1,5m de alto, realizado con adobe y postes de madera, que deja un pasillo de ronda o adarve. Este muro estaba reforzado, a espacios de unos 30 m, con torres rectangulares de mayor altura
  Las casas no se adosan a la muralla, sino que queda entre ambas una calle de ronda.

                                         


   La vivienda romana que estoy viendo corresponde a la más moderna, época romana, que era más grande que la celtibérica, siendo su fachada exterior toda de piedra, mientras que las compartimentaciones internas tienen la base de piedra y el recrecido de adobe, estando recubiertas con un manteado de cal.

 No obstante, mantienen elementos constructivos anteriores como la cubierta vegetal, y las piedras poco trabajadas.

                         

                                A la casa se accede por un patio abierto con aljibe y horno de pan.

 

La puerta, de madera (incluida la cerradura) da acceso a un pequeño vestíbulo (con los molinos de mano y el telar) que facilita la entrada a la cocina (con la boca del horno, el hogar, la mesa con el banco corrido y el utillaje) 



                                         Las habitaciones (con la cama y el arcón).

                         

 La última estancia está destinada a granero y almacén de los utillajes agrícolas, estando comunicada, a través de una pequeña puerta, con un corral para los animales. En las casas se han encontrado un variado conjunto de útiles relacionados con actividades agrícolas, ganaderas y artesanales, cuya forma y uso se han mantenido sin apenas cambios durante mucho tiempo.

                  
  
   
  En la zona sur de la ciudad, la más protegida y agradable de habitar, es donde el grupo acomodado de época romana construyó, en el siglo I, sus casas más cuidadas, tratando de imitar el gusto romano: huso de la teja plana y curva para la cubierta y la existencia de pequeños pórticos con columnas.

Esta casa, llamada casa de las columnas, constituye un buen ejemplo de las residencias del barrio sur, en las que se incorporan elementos arquitectónicos al gusto romano, aunque solamente podemos apreciar los restos de su patio porticado. 
                     

   Se trata de un espacio de forma rectangular, situado delante de las casas, de forma rectangular, con un pequeño pórtico, en forma de “L”, apoyado en columnas (sólo quedan dos), para protegerse del sol, y una zona descubierta de forma rectangular, para aprovechar el sol. 
                                      

   Desde este patio se accedía a la vivienda (situada detrás y más elevada), por las escaleras de piedra situadas al fondo. El tejado de estas casas era de tipo romano, realizado con grandes tejas planas rectangulares (tegulae), cuya unión se cubría por otra teja curva (imbrex).

                                    
       La ciudad estuvo bien defendida, con una potente muralla y reforzada con torreones. También la planificación urbana, ya que para protegerse del viento frío, trazaron un mayor número de calles en dirección Este-Oeste, uniendo sus tramos escalonadamente para cortar el aire, y agruparon sus casas en manzanas

El monumento inacabado a los héroes de Numancia, de 1842, fue realizado sobre los restos de un “caldarium” doble (sala de baños caliente) de unas pequeñas termas de la ciudad de época romana; en su base se aprecian los orificios para el paso de aire caliente, que circulaba por las cámaras o espacios libres dejados por los suelos elevados y los apliques de las paredes, proporcionando a las estancias un ambiente de sauna. A la izquierda, a ras del suelo, se puede observar como un estrecho canal conducía el agua sobrante al desagüe central de la calle.


   La visita al Museo numantino la dejo para mis paseos por la ciudad de Soria. aquí dejo constancia de lo referente a Numancia y que más me llamó la atención del pueblo Arévaco.