He pasado muchas veces, durante estos días por debajo de la isla, en el subway, desde Queen a Manhattan o al revés, pero nunca he parado en la Roosevelt station. Hoy por la tarde, voy a visitar la isla. Llegaré no por debajo, sino por arriba, en teleférico.
La entrada a la cabina está en la Segunda avda con la 59 st, cerca de donde me deja la línea F, en Lessington st.
Hay poca gente, apenas cinco o seis personas. Me parapeto bien para observar todo y si se tercia, hacer alguna foto. En cuanto cogemos un poco de altura, las personas y los coches de Manhattan se hacen enanitos, las ventanas sin cortinas de los edificios, desvelan secretos familiares y el puente de Queensboro se ve impresionante..
He vuelto a fotografiar, ahora desde fuera, este viaje teleférico. Un viaje corto, apenas de 5 minutos, pero que me encantó.
Desde este lado, bajo el puente, Al Pacino en una cabina de teléfono, en Scarface, "El precio del poder" habla con sus secuaces de la mafia... Me he vuelto peliculero.
Pues eso, en un abrir y cerrar de ojos, estoy encima del East River, dejando atrás Manhattan.
Una isla en la que actualmente residen unos 12.000 neoyorkinos y que antiguamente albergó enfermos de viruela, un hospital de enfermos mentales y hasta una prisión.
Lo primero que siento al hacer pie, es paz y tranquilidad. No me puedo creer que esté en Nueva York.
Y ahí al otro lado está la vorágine.
Humedad y frío. Me abrigo bien y sigo caminando. Una delicia.
Chapel of de Good Shepherd construida en 1888, austera y bonita.
Blackwell House una de las casas coloniales más antiguas de Nueva York.. Es de 1796.
Llego al faro. Estoy en la punta norte de la isla.
Lo construyó el mismo arquitecto que ideó la catedral de San Patricio.
Tras una milla de camino hacia el norte, vuelvo al puente y me dirijo hacia el sur.
Un poco más adelante el parque Franklin D. Roosvelt four freedoms, es el punto final , punto sur, de la isla. Las cuatro libertades que Roosvelt defendió en 1941 como 32 presidente de EEUU: Libertad de expresión, de vivir sin penurias, de vivir sin miedos y la libertad de culto... las cuales suscribo.
Voy hacia el este de la isla, mirando a Queens. Descubro el anuncio famoso de Pepsicola, en Long Island.
Vuelvo a cruzar el parque , hacia el oeste, mirando a Manhattan , y ahí veo el edificio de Las Naciones Unidas...
Y el edificio Chrisler, jugando al escondite.
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