LA MEZQUITA DE CÓRDOBA: UN COLLAGE ARQUITECTÓNICO
El borboteo de los caños refresca el Patio de los Naranjos, en cuyo pavimento de piedra dibujan líneas las sombras de los árboles.
El conjunto de columnas y elegantes arcos de herradura encabalgados y bicolores son una aproximación a un bosque infinito. Para mi supera la impresión que me produjo el Partenón ateniense. La Mezquita-Catedral es el resultado de sucesivas ampliaciones históricas que como si fuera un organismo vivo, la hicieron crecer.
Cuando Abd al-Rahman I escapó de Damasco tras la masacre de su familia durante la Revolución inició una larga travesía de cinco años que le convirtió de príncipe fugitivo a fundador de un emirato que en el año 773 ya se había independizado de Bagdad.
Ya en Córdoba, edificó una mezquita levantada en un tiempo récord con materiales romanos y visigodos. La reutilización de las columnas no permitía suficiente altura, por lo que se usó la doble arcada. Sin embargo, me gusta más la versión poética, la de que la forma de esa doble arcada le recordaba los bosques de palmeras de su Siria natal.
La mezquita original se amplió dos veces hacia el sur, hacia el río, y una tercera hacia el este. Pero siempre se mantuvo una cohesión estética donde el califa realizaba sus plegarias, y al mihrab que daba la espalda a La Meca, algo infrecuente en las edificaciones musulmanas.
Finalmente, cuando el rey Fernando III tomó Córdoba en 1236, la mezquita se consagró como iglesia, aunque el añadido más rupturista llegó a mediados del siglo XVI, transformando la silueta del edificio en el horizonte para siempre.
En el VIII, el califa Abderramán I, de la estirpe de los Omeyas, manda levantar sobre los cimientos de la parroquia cristiana (visigoda) de San Vicente, su nueva Mezquita.
Evoluciona con sus ampliaciones en el IX, en el X. Acaba con una extensión de 23.000m2, sólo superada por la actual mezquita azul de Estambul XVI
En su interior me he sentido en un bosque de columnas, sombrío e infinito. Perdido y atraído ala vez por su magia y belleza.
En el XIII llega la conquista cristiana, pero al contrario de los sucedido en Sevilla y Granada , aquí ocurre algo excepcional; conviven lo cristiano y lo árabe, hibrido entre oriente y occidente.
En su interior me he sentido en un bosque de columnas, sombrío e infinito. Perdido y atraído ala vez por su magia y belleza.
Desde el punto de vista técnico y menos poético, contiene unas 856 columnas mármol, jaspe y granito con arcos entrecruzados de herradura, lobulados y dobles inéditos en el Islam, concebidos para un mejor soporte del techo. Con color rojo el material de ladrillo y amarillo el de caliza. Las últimas reformas, más pobres , la arcilla es sustiuída por yeso blanco,
Estoy en otro mundo... Este estilo califal es el que va a influir en el posterior estilo mudéjar
Estoy en otro mundo... Este estilo califal es el que va a influir en el posterior estilo mudéjar
Miro para arriba y en lo alto tres lucernarios señalan el lugar más sagrado, el Mihrab.
Está decorado con mosaicos vidriados de colores procedentes de Bizancio. Teóricamente debería mirar hacia el este (La Meca), pero aquí mira hacia Sur (El Guadalquivir).
En el XIII llega la conquista cristiana, pero al contrario de los sucedido en Sevilla y Granada , aquí ocurre algo excepcional; conviven lo cristiano y lo árabe, hibrido entre oriente y occidente.
El templo cristiano finaliza en el XVII mezcla medievo, barroco y renacimiento. A destacar que la sillería del coro barroco, se realiza con las primeras caobas traídas de América.
El caso del alminhar es todo lo contrario. La obra musulmana fue engullida por la torre de la catedral
El patio de los naranjos
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