A pesar de que el día no promete bonanza, aprovecho para desde Guimaraes acercarme a Braga, "la ciudad de los arzobispos ".
He leído que puedo aprovechar el camino, visitando esta aldea de la edad de hierro.
Tras pasar por el museo-centro de interpretación me dirijo a pasear un rato por los Castros. El cielo me da una tregua y me adentro en ese periodo de la edad de los metales.
Están bastante bien conservados, aunque a partir de los noventa hayan tenido algunos retoques con las Ayudas Comunitarias.
El origen celta de su anagrama, que me recuerda el lauburu, domina esta pared - piedra del baño de vapor de purificación. La entrada era por abajo. ¿Sauna, Spa, Haman, Resort?
Dejo la aldea de Citania y me dirijo por carreteras comarcales hacia el Santuario de Nuestra Señora de Sameiro, enclavado en un alto y edificado sobre una primitiva ermita. Se finalizó su construcción a principios del XIX. Es un lugar de devoción mariana, tipo Fátima.
Yo había subido por las vistas, pero amenaza con cubrirse con nubes bajas. ¡Ya!
Voy bajando la montaña y a media ladera me encuentro con una de las atracciones turísticas religiosas más importantes de Braga: El monasterio del Bom Jesús do Monte.
Subo los trescientos peldaños para llegar a la Iglesia. Después bajaré en funicular. La verdad es que lo podía haber hecho al revés. Dentro el retablo de un Cristo crucificado.
El monasterio del Bom Jesús do Monte.
Me encamino hacia Braga. La carretera está mojada y bajo con precaución. Sigue el cielo oscuro, aunque ha parado de llover.
Por fin llego a Braga. Aparco y me voy a dar un paseo para ver si abro el apetito.
La Sé de Braga. En su construcción el comienzo es románico y posteriores incorporaciones son barrocas. Dentro hay un museo del tesoro acumulado por los obispos. Ahora está cerrado, pero me doy una vuelta por el claustro.
La Sé de Braga
La parte trasera de la catedral amurallada.
Después de comer me pierdo por estas calles tan típicas. Curiosos esos muñecos originales, asomados a los balcones.
Plaza de la Arcada. Creo que no hace falta explicar el porqué. Propia del renacimiento urbanístico de la ciudad. En las arcadas hay un viejo café de la época. Tomaré un café cortado.
Durante el paseo me encuentro con esta joya. Es el palacio de Raio, un verdadero rayo de luz barroca hoy reconvertido en museo.
El Palacio de Raio,
Otro café con solera: El café Brasilia.
¡Adiós, Braga!