sábado, 10 de marzo de 2018

GUIMARAES, cuna de Portugal


        Guimaraes es una ciudad de origen medieval, cercana a Oporto. El día ha salido nublado y amenaza lluvia. Están entrando algunos frentes del Atlántico. Por si acaso, salgo del hotel con paraguas.
       Vuelvo a encontrarme con la palabra " Portucalense ", en concreto Condado Portucalense, origen de la denominación del país: Portugal.
      

    Llego a Guimaraes. Cuando entro a la ciudad me topo con la Iglesia de San Gaulter. Creo que el Santo es el patrón de Portugal. Me llama la atención su fachada. Desde la iglesia, arranca el Largo da Republica do Brasil, entrada a la ciudad medieval, propiamente dicha.
     
         
   
         
   Es la ciudad natal de Alfonso Henriques, Alfonso I, primer rey de Portugal.
  Era hijo de Henrique de Borgoña y doña Teresa de León.
    En el año 1110, tuvo lugar la batalla de Sao Mamede entre los seguidores de Alfonso y las tropas leonesas de su madre Teresa. Venció Alfonso y en 1128 declaró su independencia del reino de León.
                          En la muralla se ve reflejado el origen de aquella gesta.


                                      
     
        La muralla me acerca a la plaza de  Largo de Toura . Es la gran plaza central, fuera de la almendra medieval, de donde nacen algunas arterias que me llevarán a la "colina sagrada".

      Por la rúa da Santa María, me sumerjo en el XI y voy ascendiendo hacia el castillo. La calle empedrada, las casas y arcos me hacen sentir el pálpito del medievo.


       

  En el camino me encuentro con la Municipalidad, ubicada en un antiguo convento, el de Santa Clara.     
                          
            Y en la cima aparece el Castillo de Guimaraes. En el X , la condesa de Muniadona manda edificar una  fortaleza para protegerse de los ataques vikingos y musulmanes que venían atraídos por las riquezas de la zona. Más tarde, Don Henrique de Borgoña, padre del futuro primer rey de Portugal, lo fortalece y transforma en el actual castillo de ls seis Torres.

             Ésta es la estatua del rey Joao I quien en la batalla de Aljubarrota , año 1385 (siglo XIV) derrotó a las tropas Castellanas, y reafirmó la independencia de la región.
                          
   
    Esta Capilla de San Miguel do Castelo, de estructura románica, es donde dicen que fue bautizado Alfonso I. No me cuadran los años, pues la capilla parece que es del XIII.

     Más abajo está el Palacio de los duques de Braganza, del siglo XV y XVI. Es una casa  fortificada con chimeneas redondas de estilo normando.
    No entro, pero leo en la entrada que tiene unos tapices y techos espectaculares. El claustro que adivino desde la entrada parece espectacular.


                 Por ahora no llueve y bajo de la colina  por una rúa paralela a la que he subido.

                                      

        Llego a la plaza de Sao Tiago. Plaza con trazado medieval, empedrada, con casas de piedra y balcones de madera.

           Dice la leyenda, que el apóstol trajo una imagen de la virgen  a un templo pagano, aquí situado. 
Hay un escrito y una concha del Santo grabados en el suelo adoquinado.
                                     
        
                   Y paso  por los soportales que sostienen los antiguos "Pacos del Concelho".


                                           Su frontis da a la plaza Largo do Oliveira
      
  

       En la plaza, está la iglesia de la Virgen del Olivo. Hace referencia a la plantación de un olivo cuando se construyó la primitiva capilla a la Virgen.
        Junto a la iglesia está, el Padrao do Salado, en conmemoración de la batalla del Salado.
Es un templete gótico que recuerda la victoria en el XIV (1339), de Portugueses y Castellanos unidos contra los musulmanes... Todavía convivían y luchaban en el mismo bando.


              
    
        La iglesia parece que la mandó construir Joao I, en recuerdo de su victoria contra los castellanos en Aljubarrota.
      Por dentro es muy bonita. Y hay un museo de objetos de oro y plata, que no visito.
       
              No me extraña que este reducto luso fuese declarado Patrimonio mundial Unesco.


       Vuelvo hacia el hotel y me topo con la Iglesia de San Francisco. Es la última iglesia que visitó, al menos por hoy.

                                No me esperaba encontrar estos azulejos en el interior

                                               Y a su lado, el Convento de San Francisco.

       Como cosa curiosa , fotografío una de las doce (¿) capillas sobre la pasión de Cristo, que me he ido encontrando dentro de las murallas, por las diversas calles. No sé si tienen que ver con los pasos del viacrucis.
                                      
             Cerca del hotel me encuentro esta reliquia de los antiguos talleres del cuero. Me recuerdan a los de la ciudad de Fez, en Marruecos, pero sin vida.

        Después de tomar una cervecita en el hotel, cojo el coche, y subo al Monasterio de la Penha .
Existe un funicular que te lleva hasta arriba, pero no me da tiempo a tomarlo, pues estamos con el horario de invierno y cierran pronto.
     Subo más que nada por las vistas; pero las nubes me tapan la ciudad.

                              Una ciudad que merece ser pateada...mejor sin paraguas.
        
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario