La gente, cuando llega a Finisterre, suele mirar hacia el faro, y el Oeste es la estrella de sus intereses. A muy pocos les he visto en este viaje, observar el cambio de colores, que en la paleta del Este, aparecen sobre la cresta del monte Pindo, cuando empieza a anochecer.
Cuentan los viejos que, los dioses celtas llegaron a esta playa y decidieron morar en O Pindo. Creo que ascendieron desde el mar por la cascada de Ezaro o del río Xallas, como también se la conoce.
Yo me apunto a conocerla.
Antes de dirigirme a la cascada, visito el centro de interpretación que está en el pueblo de Ézaro. Indispensable.
Un breve paseo a pie, me lleva al pie de la cascada. Es la caída de un río directamente al océano. ¡Impresionante!
Fervenza de Ézaro o del río Xallas. "Fervenza como dicen en Galizia"
¡Volveré!
Retorno a Fisterra. Como y descanso un poco en el hostal. Tomo un café con las catalanas que conocí ayer. Quieren subir ya al faro. Son unos 3 km. Yo prefiero esperar hasta las 18:30 h, pues tampoco es cuestión de "pasarse" mirando el atardecer...
El cruceiro marca la salida ( o entrada) del pueblo.
El sendero paralelo a la carretera es de subida, pero muy ligera. Por lo que veo, acude bastante gente; dos o tres autobuses con turistas me han pasado. Arriba nos vemos.
La tarde va cayendo y llego al Faro, y al Cabo.
En el faro, en la tienda de "recuerdos" y en el bar, la gente se agolpa. Voy hacia un sitio solitario, donde disfrutar del espectáculo.
Allí está Hanna, una chica suiza que anda recorriendo España, después de graduarse en economía. Es de Berna. Viene caminando desde Sarria. Se digna a hacerme una foto.
Es curioso, el atardecer ayuda a pensar. Hace casi tres años, estuve en el faro del fin del mundo en Ushuaia, canal de Beagle, la Patagonia Argentina. Hoy, estoy en el faro del fin de la tierra en Fisterra, Galicia. Espero que esto, no marque el fin de mis viajes.
Es un selfie... Creo que el tercero que hago en mi vida, y siempre con el agua de fondo: Lisboa, Estambul y éste de Finisterre.
La puesta de sol es el premio a un esfuerzo. No ha sido gratis, me lo he ganado.
Anochece cuando vuelvo para casa...
¡Desde el fin de la tierra!
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