Montblanc
A media hora de Tarragona en coche, se encuentra el mayor recinto amurallado conservado de Cataluña, concretamente en el pueblo de Montblanc. El esplendor de esta localidad, que en la actualidad es la capital de la comarca de la Conca de Barberà, se dio justamente cuando se construyó la muralla, entre finales del siglo XIII y principios del XIV, y los edificios civiles y religiosos que todavía perduran.
Una visita a Montblanc supone recorrer y adentrarse en la historia de las murallas y sus torres, pero también del convento de estilo gótico de San Francisco y de la iglesia románica de Santa María de Montblanc. La mejor manera de terminar la visita es paseando por la calle Mayor, donde otra iglesia se asoma, esta vez con una mezcla de estilo gótico y románico: la iglesia de San Miguel.
La muralla medieval de Montblanc es uno de los elementos más emblemáticos de la villa. Construida en el siglo XIV por orden del rey Pedro III, esta imponente estructura envuelve el núcleo antiguo y conserva diversas torres y portales de acceso. Recorrer la muralla por el paso de ronda permite disfrutar de unas vistas espectaculares de la villa y entender su importancia estratégica en la época medieval.
Iglesia de Santa Maria
Iglesia gótica, también conocida como la Catedral de la Montaña, destaca por su imponente fachada y su gran rosetón. Construida entre los siglos XIV y XVII, combina elementos góticos y renacentistas. En el interior, se pueden admirar retablos de gran valor artístico y una atmósfera solemne que recuerda la importancia histórica de este templo.
Plaza Mayor
La Plaza Mayor es el corazón de la villa y el lugar de celebración de ferias y mercados en Montblanc desde la época medieval. Rodeada de edificios imponentes y fachadas de estilo medieval, es un lugar ideal para pasear y disfrutar del ambiente del pueblo. Durante el año, acoge diferentes mercados y fiestas tradicionales, como la Semana Medieval de San Jorge.
Puente Viejo
El Puente Viejo de Montblanc es una construcción de piedra que cruza el río Francolí y data del siglo XII. Aunque ha tenido diversas reconstrucciones, conserva su encanto histórico y ofrece una perspectiva pintoresca de la villa. Este puente forma parte del Camino de Santiago, convirtiéndolo en un punto de paso importante para los peregrinos.
Iglesia de Sant Miquel
Es uno de los edificios más antiguos de Montblanc que destaca por su estilo románico-gótico. En el pasado, acogió la Corte General de Cataluña durante los reinados de Jaime II y Pedro III, lo que subraya su relevancia histórica. En el interior, se puede admirar la cubierta de madera del siglo XIV con una gran cantidad de pinturas medievales de alto valor artístico.
Antiguo Hospital de Santa Magdalena
Antiguo hospital medieval, ejemplo de la coexistencia de la última arquitectura gótica con la renacentista. Fundado en el siglo XIII, servía como centro de acogida para los peregrinos y los enfermos. Destacan su claustro renacentista y su capilla gótica
Horta de San Joan
Además, cuenta con el museo Picasso, la casa de la Encomienda y el Ecomuseo dels Ports, como también Lo Parlot, un olivo bimilenario declarado árbol monumental, ubicado a 500 metros de la salida de Horta, desde donde se pueden emprender rutas a pie.
Miravet
Ubicado en un peñasco junto al Ebro, el pueblo de Miravet se eleva con su belleza por encima de los 120 metros de altitud sobre el nivel del mar. Forma parte de la Ruta Domus Templi, que recorre el trayecto que hacían los Caballeros Templarios (desde Aragón hasta Valencia), y jugó un papel muy relevante en historia de la Península por su cercanía con el río.
Parte de esta ruta engloba la visita al Castillo Templario de Miravet. Además, uno también puede visitar las casas colgantes sobre el río y la iglesia Vieja de Miravet, asentada sobre los restos de una mezquita, así como el entorno natural que rodea la villa.
Siurana
Entre los lugares de interés hay la Iglesia de Santa Maria. Se trata de un edificio de la época románica conservado íntegramente. Fue construido entre los siglos XII y XIII, con la llegada de las tropas de Berenguer IV en el 1154. En aquellos años, Siurana era un importante punto de defensa de la frontera islámica y fue el último reducto musulmán de Catalunya, conquistado entre el 1153 y 1154. La Iglesia es un ejemplo de belleza y a la vez sencillez, traducida en una planta de nave única y un ábside semicircular.
Su portada tiene un tímpano figurado enmarcado por tres arcos de medio punto que descansan sobre columnas con capiteles decorados con motivos diversos.
El pueblo de Albarca, para la gente de la zona Aubarca, se encuentra en un rincón privilegiado a los pies de Montsant, en un punto donde se juntan la solana y la umbría de la montaña con las últimas estibaciones de la sierra de Prades.
Es, pues, un enclave estratégico ya conocido desde antiguo. El origen del pueblo es musulmán: una almunia en los alrededores del castillo de Siurana. Cerca del pueblo se encuentran vestigios de población de este periodo: tumbas excavadas en la roca de la Parada de la Guineu que muestran los enterramientos de una pequeña comunidad medieval. Tras la conquista cristiana, se desarrolló el núcleo habitado junto al castillo, documentado en 1182 y del que hoy en día queda muy poco.
Merece una visita especial la ermita de la Abellera, incrustada bajo una cueva en las rocas de la montaña. Y, para acabar y relajarse, en la plaza Mayor uno puede sentarse en una terraza frente la fuente renacentista.
Prades es un municipio tarraconense que pertenece a la comarca del Baix Camp. Sus habitantes lo llaman la “Villa Roja” debido a la piedra de color rojizo que forma parte de muchos de sus edificios.
En el ámbito histórico y cultural Prades también destaca. Por eso su conjunto histórico está catalogado como Bien de Interés Cultural. De orígenes medievales, lo forman las murallas, el castillo, la plaza y la iglesia.
En cuanto a la muralla que rodeaba el pueblo, todavía quedan algunos de los tramos que daban acceso al casco antiguo.
Del castillo tan sólo se conservan unas pocas ruinas, pero de su iglesia, dedicada a Sant Miquel, quedan el ábside, una antigua capilla y un tramo de la nave principal.
La Plaza Mayor es el punto de encuentro de los habitantes de Prades. Se trata de un recinto porticado en el que se ubican bares y restaurantes.
Los mayores atractivos de este lugar, además de tomar el aperitivo o cena, son la Font de Prades (de estilo renacentista y con forma de globo terráqueo) y la iglesia de Santa Maria. Del templo cabe destacar la mezcla de estilos que muestran las reformas y ampliaciones posteriores al siglo XII, así como la piedra rojiza tan característica de la villa.
Adosado a la iglesia y a las casas de la plaza se observa un gran arco que forma parte del Portal de la Cruz, uno de los elementos que queda de la entrada principal al recinto amurallado.
El conjunto histórico de Prades lo complementan el resto de rincones con encanto que se pueden descubrir al recorrer sus calles empedradas y llenas de flores.
Lugares como el Pasaje de la Muralla, la plaza de los Infantes, la plaza de la Paz o el Arco de Pons no se pueden pasar por alto. Como tampoco la casa más antigua del pueblo a la que se llega cruzando el Barranco de los Bassots a través de uno de los antiguos accesos de la muralla, el Planet del Pont.
Saliendo un poco del centro encontrarás la ermita de Sant Antoni, una pequeña ermita hecha de piedra que fue reconstruida a mitad del siglo XX.
Hay una ruta modernista por la ciudad que puedes recorrer y que pasa por los mejores edificios.
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Uno es la casa Sierra, de Joan Rubió, que destaca su fachada principal hecha toda ella de piedra. El otro es la casa Marco, del hijo de Domènech i Montaner, el arquitecto Pere Domènech i Roura, un edificio de viviendas ya tardío dentro del Modernismo, del año 1926, esquinero y con una curiosa tribuna de diferentes formas geométricas.

Apuntad estos números: 12, 17, 19-21, y 47-49. No son de ningún sorteo, sino los de las casas Bartolí, Querol, Tomás Jordi y Punyed. La primera de José Subietas, el único edificio de este maestro de obras en Reus, y las otras tres de Caselles. Como también de Caselles son los siguientes edificios que conoceremos. Para ir a buscarlos, giramos a la izquierda tomando la avenida Prat de la Riba cuando llegamos al final de la calle Llovera. Primero descubriremos la sencillez de la casa Sardà, y poco más allá el primer edificio modernista que encontramos que no está destinado a vivienda sino a la formación, ya que son las escuelas que llevan el mismo nombre de la avenida y del primer presidente de la Mancomunidad de Cataluña. Hoy llaman la atención los paneles cerámicos con dibujos azules sobre fondo blanco, obra de Francesc Labarta, y que representan cuatro episodios del Nuevo Testamento relacionados con la infancia.

Si vais bien de tiempo y os apetece caminar un poco, podéis ahora tomar el paseo de Sunyer a mano izquierda y, pasada la rotonda de la plaza de las Ocas, pronto encontraréis la Estación Enológica y, tras ella, el matadero. Son dos construcciones grandes, y la primera, de Caselles, acoge hoy el Consejo Comarcal del Baix Camp y otras instituciones. La mejor perspectiva del conjunto es desde la parte sur, pero id dando la vuelta para observar los muchos elementos exteriores interesantes. En cuanto al Matadero, de nuevo intervino Caselles, en este caso en coordinación con Francesc Borrás, y es de los pocos ejemplos que quedan de arquitectura industrial del siglo XIX en la ciudad. Hoy dentro, y con una perfecta armonía entre nuevos usos y patrimonio histórico, encontraréis la biblioteca central Xavier Amorós.


Muy diferente, aunque también modernista, es el Dispensario Antituberculoso que encontramos prácticamente delante. Es de Joan Rubió, y está separado de la calle por un pequeño jardín, mientras que no mucho más allá está la casa Grau, donde de nuevo encontramos la mano de Pere Caselles, en esta ocasión inspirándose en la arquitectura belga de la época. Aunque en la misma calle de San Juan dos construcciones más de Caselles: la primera, la más antigua de toda la ruta (del año 1891), es la casa Tarrats, mientras que de la segunda, la casa Sagarra, hay que fijarse en los esgrafiados con animales fantásticos del primer piso de la fachada. Mientras observamos este edificio podemos comprobar que ya volvemos a estar en la plaza de Prim, que ahora dejaremos para seguir a mano derecha por el arrabal de Jesús.
Último tramo con el mismo protagonista

Cuando divisamos la plaza del Mercadal giramos a la derecha, y en el arrabal de San Pedro vamos a la izquierda, para ver la casa Homdedéu y la casa Anguera (de Caselles, claro). Nos gusta de la segunda por su decoración floral, restaurada hace pocos años, con algunas rosas de gran tamaño. Podemos ir hasta el final de esta calle, a la izquierda tomar el arrabal del Pallol, y de nuevo a mano izquierda la calle de Galanes, para hacer entrada de nuevo en el Mercadal y allí detenernos en la casa Piñol, un edificio reformado en 1910 por Caselles y al que dio un aire plenamente modernista.
Terminar en un lugar como la plaza del Mercadal, que además es el mismo lugar donde habíamos empezado nuestros pasos y por lo tanto haciendo un circuito cerrado, es sin duda una buena opción. Pero...
El Instituto Pere Mata
No hemos ido al instituto a lo largo del itinerario porque queda un poco alejado de las calles por las que hemos pasado, a unos dos kilómetros. Pero si de verdad os fascina el Modernismo debéis reservaros un rato para ir hasta el Instituto Pere Mata y visitar todo el llamado Pabellón de los Distinguidos. Bajo la batuta de Montaner, se puede decir que este instituto psiquiátrico, formado por varios pabellones, es un claro precedente del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Pero que sea un precedente no significa que tenga que envidiar de él! Y si no entrar en el pabellón número 6, el De los Distinguidos, y os daréis cuenta del porqué. Este sitio fue ideado para alojar a los enfermos de alto poder adquisitivo, con todo de comodidades; aquí disfrutaréis con los vitrales que contiene, las imitaciones de mosaicos romanos, los murales en las salas nobles, los parqués y las lámparas... Todo un lujo modernista, la guinda final de la visita.

Porrera fue paso obligatorio de aquellos comerciantes que se dirigían a Reus. Esto, sumado a su cultivo de viña, hizo que viviera una gran época de crecimiento en el siglo XVIII. En una visita a Porrera no puede faltar un paseo por sus calles adoquinadas para descubrir su gran cantidad de relojes de sol en sus fachadas, la iglesia parroquial de estilo neoclásico o la ermita de Sant Antoni Abat. Las casas solariegas, los arcos de algunas de sus calles y la imagen del río que la cruza merecen una excursión.
VILELLABAIXA
Sus porches con arcos apuntados, su puente de doble arco sobre el río de Montsant y el riachuelo de Escaladei, además de su molino neoárabe y sus interesantes bodegas, son algunos de sus mayores atractivos. Destino predilecto de senderistas y amantes de la BTT, quien pare aquí no podrá resistirse a probar sus cocas de azúcar con matalahúva y cilantro.
ALTAFULLA
El encantador pueblo costero de Altafulla tiene dos partes bien diferenciadas. Por un lado, su zona de playa, el Barri de les botigues (tiendas) con un paseo en el que se alinean antiguos almacenes y negocios de pescadores reconvertidos en casas.
Por el otro, en la parte más elevada de la localidad, se halla el Castillo de Altafulla, una estructura del siglo XVII bien conservada y circundada por un casco antiguo, la Vila Closa, declarado Conjunto Histórico Artístico de Interés Nacional y repleto de calles estrechas y empedradas, casas de época y una atmósfera medieval encantadora. Otros puntos de interés que visitar son la villa romana de Els Munts, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y la Ermita de Sant Antoni, ubicada en un bosque de pinares tras un agradable paseo.
MASS DE BARBERANS
Es una puerta de entrada al Parc Natural dels Ports y a la vez un balcón con unas vistas maravillosas sobre un mar de olivos que llegan hasta el Delta del Ebro. Pueblo de montaña y de cazadores, el Mas es también famoso por sus trabajos de arte y artesanía con fibras vegetales. Visitad el Museu de la Pauma (la 'pauma' es la 'palma' o 'llata') para conocer de cerca esta tradición, pero también los artistas contemporáneos que trabajan este material tanto en el centro como en la Feria de las Fibras Vegetales que se celebra cada agosto desde hace veinte años.
Desde el Mas podéis hacer excursiones para ver, por ejemplo el Racó d'en Marc, donde encontraréis unas formaciones geológicas que recuerdan el macizo de Montserrat, y el Forat de la Vella, que os servirá un marco espléndido para tomar fotos de este paraje natural. También podéis visitar las pinturas rupestres del Cocó de la Gralla, de unos 8.000 años de antigüedad, y daros un buen festín de cocina tradicional en el restaurante Lo Racó
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