sábado, 5 de abril de 2025

Tarragona, pueblos costa

 



- Ulbella baixa

- Alcover

- La almetlla del mar



- Altafulla











- Tamarit


Tarragona, pueblos interior

 Montblanc
  A media hora de Tarragona en coche, se encuentra el mayor recinto amurallado conservado de Cataluña, concretamente en el pueblo de Montblanc. El esplendor de esta localidad, que en la actualidad es la capital de la comarca de la Conca de Barberà, se dio justamente cuando se construyó la muralla, entre finales del siglo XIII y principios del XIV, y los edificios civiles y religiosos que todavía perduran.
Una visita a Montblanc supone recorrer y adentrarse en la historia de las murallas y sus torres, pero también del convento de estilo gótico de San Francisco y de la iglesia románica de Santa María de Montblanc. La mejor manera de terminar la visita es paseando por la calle Mayor, donde otra iglesia se asoma, esta vez con una mezcla de estilo gótico y románico: la iglesia de San Miguel.

Muralla de Montblanc
La muralla medieval de Montblanc es uno de los elementos más emblemáticos de la villa. Construida en el siglo XIV por orden del rey Pedro III, esta imponente estructura envuelve el núcleo antiguo y conserva diversas torres y portales de acceso. Recorrer la muralla por el paso de ronda permite disfrutar de unas vistas espectaculares de la villa y entender su importancia estratégica en la época medieval.
Iglesia de Santa Maria
Iglesia gótica, también conocida como la Catedral de la Montaña, destaca por su imponente fachada y su gran rosetón. Construida entre los siglos XIV y XVII, combina elementos góticos y renacentistas. En el interior, se pueden admirar retablos de gran valor artístico y una atmósfera solemne que recuerda la importancia histórica de este templo.
Plaza Mayor
La Plaza Mayor es el corazón de la villa y el lugar de celebración de ferias y mercados en Montblanc desde la época medieval. Rodeada de edificios imponentes y fachadas de estilo medieval, es un lugar ideal para pasear y disfrutar del ambiente del pueblo. Durante el año, acoge diferentes mercados y fiestas tradicionales, como la Semana Medieval de San Jorge.
Puente Viejo
El Puente Viejo de Montblanc es una construcción de piedra que cruza el río Francolí y data del siglo XII. Aunque ha tenido diversas reconstrucciones, conserva su encanto histórico y ofrece una perspectiva pintoresca de la villa. Este puente forma parte del Camino de Santiago, convirtiéndolo en un punto de paso importante para los peregrinos.
Iglesia de Sant Miquel
Es uno de los edificios más antiguos de Montblanc que destaca por su estilo románico-gótico. En el pasado, acogió la Corte General de Cataluña durante los reinados de Jaime II y Pedro III, lo que subraya su relevancia histórica. En el interior, se puede admirar la cubierta de madera del siglo XIV con una gran cantidad de pinturas medievales de alto valor artístico.
Antiguo Hospital de Santa Magdalena
Antiguo hospital medieval, ejemplo de la coexistencia de la última arquitectura gótica con la renacentista. Fundado en el siglo XIII, servía como centro de acogida para los peregrinos y los enfermos. Destacan su claustro renacentista y su capilla gótica

Horta de San Joan

Dentro del Parque Natural dels Ports, este pueblo medieval cuenta con un conjunto histórico que le han hecho valerse el reconocimiento de Bien Cultural de Interés Nacional, sobre todo gracias a la iglesia románica-gótica del siglo XII y a sus callejuelas empinadas y estrechas.
Además, cuenta con el museo Picasso, la casa de la Encomienda y el Ecomuseo dels Ports, como también Lo Parlot, un olivo bimilenario declarado árbol monumental, ubicado a 500 metros de la salida de Horta, desde donde se pueden emprender rutas a pie.







Miravet
Ubicado en un peñasco junto al Ebro, el pueblo de Miravet se eleva con su belleza por encima de los 120 metros de altitud sobre el nivel del mar. Forma parte de la Ruta Domus Templi, que recorre el trayecto que hacían los Caballeros Templarios (desde Aragón hasta Valencia), y jugó un papel muy relevante en historia de la Península por su cercanía con el río.
Parte de esta ruta engloba la visita al Castillo Templario de Miravet. Además, uno también puede visitar las casas colgantes sobre el río y la iglesia Vieja de Miravet, asentada sobre los restos de una mezquita, así como el entorno natural que rodea la villa.

  • 1 Escudo heráldico del Comendador
    Pedro Ramón Sacosta (s. XV)
  • 2 Astillero medieval (s. XII)

  • 3 Palacio del Comendador (s. XV-XIX)
    Centro de arte Joaquim Mir
    4 Molino y fuente de San Sebastián
  • Impactos de metralla en la fachada
    (marca riada de 1907)
  •  5 Molino; cumbre Estatuto (2004)
  •             Portal del Mocho y acantilado
                (marca riada 1787)
  •  6Área devastada (Batalla del Ebro)
  •  7Aljama, abadía y antiguo ayuntamiento
    Calle del Banco (barrio judío)
  •  8Iglesia Vieja (s. XVI-XVII)
  •  9Mirador de la Sanaqueta
  • 10Casas colgantes
    •           Muralla (s. XIX) y riscos
    • 12Costa de Riago y poesía de Roc Llop
    • 13Ruta de las Trincheras
      Restos arqueológicos
    • 14GR99 Camino del Ebro
    • 15Meandro del Tamarigar
      Espacio natural protegido
    • iPlano castillo


Siurana
También en las montañas, Siurana se posiciona como el mirador más impresionante de la Costa Daurada. El castillo, la Iglesia románica y las callejuelas empedradas que conforman el pueblo, así como los restos de la fortaleza sarracena.
Está alzado en una cornisa rocosa, actuando de atalaya que preside el pantano de Siurana en medio de la sierra de Montsant y las montañas de Prades. Desde allí, uno puede observar las marcas del carruaje con el que, según la leyenda, saltó la reina mora Abdelazia cuando llegaron los cristianos. Aparte del paraje natural, donde se pueden practicar deportes de exterior, Siurana cuenta con una amplia oferta cultur
  Encinglada en un lugar inexpugnable encima del río, hicieron falta los caballeros de cuatro condes para someterla. Su castillo defendía una frontera infranqueable que se extendía del Coll de Balaguer a Tamarit de Gaià. Conquistada en el 1153, después de caer Lleida y Tortosa, fue el último reducto de la reconquista en Catalunya. Si miráis el precipicio que la rodea, descubriréis por qué no fue conquistada durante tres siglos y por qué el final fue tan trágico.
  Abdelazia, la reina mora, antes de verse sometida a los cristianos, prefirió tirarse por el imponente acantilado con su caballo. El animal, en su inútil resistencia, dejó marcada en la roca la huella de su herradura por siempre jamás. Con el fin de la reina desapareció el último baluarte sarraceno de Catalunya.


Entre los lugares de interés hay la Iglesia de Santa Maria. Se trata de un edificio de la época románica conservado íntegramente. Fue construido entre los siglos XII y XIII, con la llegada de las tropas de Berenguer IV en el 1154. En aquellos años, Siurana era un importante punto de defensa de la frontera islámica y fue el último reducto musulmán de Catalunya, conquistado entre el 1153 y 1154. La Iglesia es un ejemplo de belleza y a la vez sencillez, traducida en una planta de nave única y un ábside semicircular.
Su portada tiene un tímpano figurado enmarcado por tres arcos de medio punto que descansan sobre columnas con capiteles decorados con motivos diversos.


Siurana conserva, además, restos del castillo árabe, un establecimiento militar o “hisn” construido hacia el siglo IX como centro de control. Perteneciente a un amplio territorio bajo dominio musulmán y situado estratégicamente, esta fortificación cerraba el paso al núcleo urbano.


   El Salto de la Reina Mora es un acantilado conocido con este nombre por la leyenda de Abdelazia, hija del valí de Siurana, que al llegar las tropas cristianas prefirió saltar al abismo del acantilado con su caballo que caer en manos enemigas. El caballo, al ver el imponente acantilado, intentó parar, pero el impulso fue tan fuerte que terminó cayendo. Hoy, al lado del precipicio se puede ver la marca profunda de la herradura del animal, creada en la misma roca cuando intentó frenar.



El pueblo de Albarca, para la gente de la zona Aubarca, se encuentra en un rincón privilegiado a los pies de Montsant, en un punto donde se juntan la solana y la umbría de la montaña con las últimas estibaciones de la sierra de Prades.
Es, pues, un enclave estratégico ya conocido desde antiguo. El origen del pueblo es musulmán: una almunia en los alrededores del castillo de Siurana. Cerca del pueblo se encuentran vestigios de población de este periodo: tumbas excavadas en la roca de la Parada de la Guineu que muestran los enterramientos de una pequeña comunidad medieval. Tras la conquista cristiana, se desarrolló el núcleo habitado junto al castillo, documentado en 1182 y del que hoy en día queda muy poco.



Prades
Por una carretera de bosques de castaños y encinas, las Montañas de Prades y en concreto el pueblo homónimo, se sitúan a unos 40 minutos de Montblanc. En medio de las montañas, Prades se asoma como la ‘villa roja’ por el color rojizo de sus construcciones y como un Bien de Interés Cultural por su conjunto histórico, rodeado por murallas.
Merece una visita especial la ermita de la Abellera, incrustada bajo una cueva en las rocas de la montaña. Y, para acabar y relajarse, en la plaza Mayor uno puede sentarse en una terraza frente la fuente renacentista.
Prades es un municipio tarraconense que pertenece a la comarca del Baix Camp. Sus habitantes lo llaman la “Villa Roja” debido a la piedra de color rojizo que forma parte de muchos de sus edificios.


En el ámbito histórico y cultural Prades también destaca. Por eso su conjunto histórico está catalogado como Bien de Interés Cultural. De orígenes medievales, lo forman  las murallas, el castillo, la plaza y la iglesia.

En cuanto a la muralla que rodeaba el pueblo, todavía quedan algunos de los tramos que daban acceso al casco antiguo.

Del castillo tan sólo se conservan unas pocas ruinas, pero de su iglesia, dedicada a Sant Miquel, quedan el ábside, una antigua capilla y un tramo de la nave principal.


La Plaza Mayor es el punto de encuentro de los habitantes de Prades. Se trata de un recinto porticado en el que se ubican bares y restaurantes.
Los mayores atractivos de este lugar, además de tomar el aperitivo o cena, son la Font de Prades (de estilo renacentista y con forma de globo terráqueo) y la iglesia de Santa Maria. Del templo cabe destacar la mezcla de estilos que muestran las reformas y ampliaciones posteriores al siglo XII, así como la piedra rojiza tan característica de la villa.


Adosado a la iglesia y a las casas de la plaza se observa un gran arco que forma parte del Portal de la Cruz, uno de los elementos que queda de la entrada principal al recinto amurallado.


El conjunto histórico de Prades lo complementan el resto de rincones con encanto que se pueden descubrir al recorrer sus calles empedradas y llenas de flores.


Lugares como el Pasaje de la Muralla, la plaza de los Infantes, la plaza de la Paz o el Arco de Pons no se pueden pasar por alto. Como tampoco la casa más antigua del pueblo a la que se llega cruzando el Barranco de los Bassots a través de uno de los antiguos accesos de la muralla, el Planet del Pont.


Saliendo un poco del centro encontrarás la ermita de Sant Antoni, una pequeña ermita hecha de piedra que fue reconstruida a mitad del siglo XX.


Ermita de l´Albella

Reus
  Reus es la ciudad natal de Antoni Gaudí, el famoso arquitecto modernista catalán. Sin embargo, irónicamente, no hay ejemplos de su trabajo aquí. Por el contrario, verás muchas obras de Lluís Domènech i Montaner. Él construyó varios edificios de estilo modernista en toda la ciudad.
  Hay una ruta modernista por la ciudad que puedes recorrer y que pasa por los mejores edificios.
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   El mejor lugar para iniciar el recorrido es la emblemática y concurrida plaza del Mercadal. Es aquí donde encontramos el Ayuntamiento renacentista, una gran cantidad de terrazas donde hacer el vermut, y también una casa esquinera bellísima: la casa Navàs. Montaner, uno de los grandes nombres del Modernismo, proyectó este edificio con planta baja para el negocio de tejidos de Joaquim Navàs -comercio que a día de hoy todavía existe-, y sobre la vivienda.

                                            

 Es el Gaudí Centre Reus. Visitadlo! Es este un centro de interpretación de la obra del reconocido arquitecto, y que al mismo tiempo reivindica las raíces del genio. 

                                                            
 Es lo que nos lleva a la plaza de Prim, donde se encuentra el teatro Fortuny y la famosa escultura del general sobre el caballo. Antes de llegar a la plaza, en la citada calle, encontramos dos edificios modernistas: las casas Laguna y Carpa. Ambas de Pere Caselles i Tarrats. Influenciado por Montaner, de Caselles conoceremos un montón de obras en el transcurso del itinerario, ya que el reusense aplicó su saber en edificios civiles como arquitecto municipal y también ejecutó numerosos encargos privados. 

                                             

 Uno es la casa Sierra, de Joan Rubió, que destaca su fachada principal hecha toda ella de piedra. El otro es la casa Marco, del hijo de Domènech i Montaner, el arquitecto Pere Domènech i Roura, un edificio de viviendas ya tardío dentro del Modernismo, del año 1926, esquinero y con una curiosa tribuna de diferentes formas geométricas.
                                                           
                                                          
 Apuntad estos números: 12, 17, 19-21, y 47-49. No son de ningún sorteo, sino los de las casas Bartolí, Querol, Tomás Jordi y Punyed. La primera de José Subietas, el único edificio de este maestro de obras en Reus, y las otras tres de Caselles. Como también de Caselles son los siguientes edificios que conoceremos. Para ir a buscarlos, giramos a la izquierda tomando la avenida Prat de la Riba cuando llegamos al final de la calle Llovera. Primero descubriremos la sencillez de la casa Sardà, y poco más allá el primer edificio modernista que encontramos que no está destinado a vivienda sino a la formación, ya que son las escuelas que llevan el mismo nombre de la avenida y del primer presidente de la Mancomunidad de Cataluña. Hoy llaman la atención los paneles cerámicos con dibujos azules sobre fondo blanco, obra de Francesc Labarta, y que representan cuatro episodios del Nuevo Testamento relacionados con la infancia.
                                              

Si vais bien de tiempo y os apetece caminar un poco, podéis ahora tomar el paseo de Sunyer a mano izquierda y, pasada la rotonda de la plaza de las Ocas, pronto encontraréis la Estación Enológica y, tras ella, el matadero. Son dos construcciones grandes, y la primera, de Caselles, acoge hoy el Consejo Comarcal del Baix Camp y otras instituciones. La mejor perspectiva del conjunto es desde la parte sur, pero id dando la vuelta para observar los muchos elementos exteriores interesantes. En cuanto al Matadero, de nuevo intervino Caselles, en este caso en coordinación con Francesc Borrás, y es de los pocos ejemplos que quedan de arquitectura industrial del siglo XIX en la ciudad. Hoy dentro, y con una perfecta armonía entre nuevos usos y patrimonio histórico, encontraréis la biblioteca central Xavier Amorós.

                                                               

Tendremos que volver atrás por el mismo paseo, y en la plaza de las Ocas girar a mano derecha para hacer toda la calle de San Juan, donde, como ya adelantábamos, disfrutaremos de la presencia de numerosos edificios modernistas. Los dos primeros de Montaner, la casa Gasull y la casa Rull, bastante diferentes el uno del otro. La casa Gasull es diez años posterior a la casa Rull, y el arquitecto muestra una evolución hacia el Novecentismo. Si podéis entrar en el vestíbulo, es precioso!, con piezas de cerámica vidriada amarilla del reusense Hipòlit Montseny, y una barandilla de hierro forjado. En cuanto a la vecina casa Rull, es una de las edificaciones que a toda costa hay que ir a ver si visitais Reus -no en vano está declarada Bien Cultural de Interés Nacional-, y en la actualidad està el Instituto Municipal de Acción Cultural. En la fachada, de piedra la planta baja y de obra vista los dos pisos superiores, hay muchos elementos decorativos inspirados en la época medieval, y simbología relacionada con el propietario de la casa, el notario Pere Rull.


                                                                 

Muy diferente, aunque también modernista, es el Dispensario Antituberculoso que encontramos prácticamente delante. Es de Joan Rubió, y está separado de la calle por un pequeño jardín, mientras que no mucho más allá está la casa Grau, donde de nuevo encontramos la mano de Pere Caselles, en esta ocasión inspirándose en la arquitectura belga de la época. Aunque en la misma calle de San Juan dos construcciones más de Caselles: la primera, la más antigua de toda la ruta (del año 1891), es la casa Tarrats, mientras que de la segunda, la casa Sagarra, hay que fijarse en los esgrafiados con animales fantásticos del primer piso de la fachada. Mientras observamos este edificio podemos comprobar que ya volvemos a estar en la plaza de Prim, que ahora dejaremos para seguir a mano derecha por el arrabal de Jesús.
Último tramo con el mismo protagonista

                                                                         

Ya vamos terminando este intenso itinerario que nos ha llevado a conocer gran parte de los edificios modernistas de Reus, cada uno con sus particularidades y todos ellos dignos de darles, al menos, un vistazo. Las últimas construcciones que encontraremos tienen de nuevo omnipresente a Pere Caselles su artífice, un hombre que sin duda se hartó de trabajar para la ciudad, y sin el cual la Reus no sería la misma. Nos habíamos quedado empezando a bajar por el arrabal de Jesús, y cuando éste termina y se inicia el arrabal de Martí Folguera nos sorprenderá un edificio con una tribuna esquinera de planta octogonal de hierro y vidrio. Es la casa Munné. Y si ahora seguimos por la calle de Jesús en dirección al Mercadal encontramos la casa Iglesias, un edificio de viviendas con tres escaleras de vecinos.

Cuando divisamos la plaza del Mercadal giramos a la derecha, y en el arrabal de San Pedro vamos a la izquierda, para ver la casa Homdedéu y la casa Anguera (de Caselles, claro). Nos gusta de la segunda por su decoración floral, restaurada hace pocos años, con algunas rosas de gran tamaño. Podemos ir hasta el final de esta calle, a la izquierda tomar el arrabal del Pallol, y de nuevo a mano izquierda la calle de Galanes, para hacer entrada de nuevo en el Mercadal y allí detenernos en la casa Piñol, un edificio reformado en 1910 por Caselles y al que dio un aire plenamente modernista.

Terminar en un lugar como la plaza del Mercadal, que además es el mismo lugar donde habíamos empezado nuestros pasos y por lo tanto haciendo un circuito cerrado, es sin duda una buena opción. Pero...
El Instituto Pere Mata

No hemos ido al instituto a lo largo del itinerario porque queda un poco alejado de las calles por las que hemos pasado, a unos dos kilómetros. Pero si de verdad os fascina el Modernismo debéis reservaros un rato para ir hasta el Instituto Pere Mata y visitar todo el llamado Pabellón de los Distinguidos. Bajo la batuta de Montaner, se puede decir que este instituto psiquiátrico, formado por varios pabellones, es un claro precedente del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Pero que sea un precedente no significa que tenga que envidiar de él! Y si no entrar en el pabellón número 6, el De los Distinguidos, y os daréis cuenta del porqué. Este sitio fue ideado para alojar a los enfermos de alto poder adquisitivo, con todo de comodidades; aquí disfrutaréis con los vitrales que contiene, las imitaciones de mosaicos romanos, los murales en las salas nobles, los parqués y las lámparas... Todo un lujo modernista, la guinda final de la visita.
                                                                        






PORRERA
La comarca del Priorat esconde joyas como la de esta pequeña villa de menos de 500 habitantes, que perteneció a Siurana hasta el siglo XII, cuando pasó a ser propiedad de la Cartuja de Escaladei, que le sometió a grandes exigencias económicas. Su levantamiento, por el cual se fortificó con castillo y murallas la localidad en el siglo XIII y diversos enfrentamientos contra la realeza le hizo ganarse el sobrenombre de ‘la población más revoltosa de Cataluña’.
Porrera fue paso obligatorio de aquellos comerciantes que se dirigían a Reus. Esto, sumado a su cultivo de viña, hizo que viviera una gran época de crecimiento en el siglo XVIII. En una visita a Porrera no puede faltar un paseo por sus calles adoquinadas para descubrir su gran cantidad de relojes de sol en sus fachadas, la iglesia parroquial de estilo neoclásico o la ermita de Sant Antoni Abat. Las casas solariegas, los arcos de algunas de sus calles y la imagen del río que la cruza merecen una excursión.


VILELLABAIXA
Ya lo escribió Josep Maria Espinàs en su libro Viatge al Priorat: esta pequeña localidad tarraconense se ha ganado el apodo de “la Nueva York del Priorat”, y es que salta a la vista lo curioso de sus edificios de hasta siete plantas que se abocan hacia el barranco de Scala Dei y que recuerdan a las casas colgantes de Cuenca.
Sus porches con arcos apuntados, su puente de doble arco sobre el río de Montsant y el riachuelo de Escaladei, además de su molino neoárabe y sus interesantes bodegas, son algunos de sus mayores atractivos. Destino predilecto de senderistas y amantes de la BTT, quien pare aquí no podrá resistirse a probar sus cocas de azúcar con matalahúva y cilantro.



ALTAFULLA
El encantador pueblo costero de Altafulla tiene dos partes bien diferenciadas. Por un lado, su zona de playa, el Barri de les botigues (tiendas) con un paseo en el que se alinean antiguos almacenes y negocios de pescadores reconvertidos en casas.
Por el otro, en la parte más elevada de la localidad, se halla el Castillo de Altafulla, una estructura del siglo XVII bien conservada y circundada por un casco antiguo, la Vila Closa, declarado Conjunto Histórico Artístico de Interés Nacional y repleto de calles estrechas y empedradas, casas de época y una atmósfera medieval encantadora. Otros puntos de interés que visitar son la villa romana de Els Munts, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y la Ermita de Sant Antoni, ubicada en un bosque de pinares tras un agradable paseo.








MONTBLANC




POBLENEU DEL DELTA
Este pequeño pueblo forma parte del municipio de Amposta y es quizás el núcleo de población más singular y pintoresco del Delta del Ebro. Curiosamente, no es un pueblo antiguo, sino que se fundó en los años 50, de ahí que todas las casitas mantengan cierta uniformidad, incluso el pequeño campanario guarda la proporción con el resto de edificios, bajos, perfectamente pintados de blanco, flanqueados por palmeras y en perfecta harmonía con el paisaje llano de los arrozales de su alrededor. Un lugar perfecto para hacer una pausa en una ruta en bici o en coche por el delta y con magníficos restaurantes donde degustar la fantástica gastronomía del lugar.


TIVISSA
El pueblo de Tivissa en la Ribera d'Ebre está construido sobre una colina, al pie de las laderas septentrionales de la cordillera del mismo nombre. Las callejuelas del centro histórico, la plaza del Mercado donde se celebraban los juicios en la época medieval y el castillo son de visita obligada. Para quienes les guste visitar iglesias, es imprescindible conocer la Iglesia Arciprestal de Sant Jaume, un gran edificio formado por tres partes: Iglesia Antigua, Capilla del Rosario, e Iglesia Nueva, construida entre el siglo XIII y el XIX, combina elementos de diferentes estilos. Y sí, es espectacular.


MASS DE BARBERANS
Es una puerta de entrada al Parc Natural dels Ports y a la vez un balcón con unas vistas maravillosas sobre un mar de olivos que llegan hasta el Delta del Ebro. Pueblo de montaña y de cazadores, el Mas es también famoso por sus trabajos de arte y artesanía con fibras vegetales. Visitad el Museu de la Pauma (la 'pauma' es la 'palma' o 'llata') para conocer de cerca esta tradición, pero también los artistas contemporáneos que trabajan este material tanto en el centro como en la Feria de las Fibras Vegetales que se celebra cada agosto desde hace veinte años.
Desde el Mas podéis hacer excursiones para ver, por ejemplo el Racó d'en Marc, donde encontraréis unas formaciones geológicas que recuerdan el macizo de Montserrat, y el Forat de la Vella, que os servirá un marco espléndido para tomar fotos de este paraje natural. También podéis visitar las pinturas rupestres del Cocó de la Gralla, de unos 8.000 años de antigüedad, y daros un buen festín de cocina tradicional en el restaurante Lo Racó

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Tarragona, ruta del cister


¿Qué es la Ruta del Cister? Es una ruta turística que se puede recorrer en coche, creada hace más de treinta años, en 1989. Recorre tres comarcas catalanas: Conca de Barberà y Alt Camp en Tarragona y Urgell en Lleida. El eje vertebrador de la ruta son los tres grandes monasterios cistercienses catalanes, uno por cada una de las tres comarcas: Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges. Pero los monasterios, además del atractivo principal de la ruta, también son la “excusa” para visitar pueblos, rincones naturales, castillos, bodegas modernistas…


Monasterios de la Ruta del Cister
Empezamos por el “origen” de la Ruta del Cister: sus tres grandes monasterios fundados en el siglo XII.

1) El monasterio de Poblet
La joya de la corona, nunca mejor dicho, de la Ruta del Cister es el Real Monasterio de Santa María de Poblet, en la Conca de Barberà. El más importante de la “tríada cisterciense”, el único declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO y uno de los monasterios más grandes de Europa. Vamos, que no habría Ruta del Cister sin él. La joya de la corona dentro de la joya de la corona es su panteón real, con los sarcófagos góticos de ocho reyes y seis reinas consortes de la Corona de Aragón. Fue Pedro IV de Aragón quien, en 1340, convirtió al monasterio en panteón real “para custodia de las osamentas de los más gloriosos reyes que jamás fueron de la Casa de Aragón”. 



2) El monasterio de Santes Creus
Seguimos la Ruta del Cister en Tarragona con el Real Monasterio de Santes Creus, en el Alt Camp. Como el de Poblet, fue fundado en el siglo XII bajo el gobierno de Ramón Berenguer IV de Barcelona. También fue panteón real y también es uno de los mejores ejemplos de arquitectura cisterciense de Europa. El claustro gótico, el claustro posterior retocado en el siglo XVI –parece que con los restos del claustro del monasterio de Bonrepòs–, la iglesia románica… No hay ni un rincón que tenga desperdicio. Y no te pierdas, al principio o al final de la visita, el audiovisual en el que entenderás cómo los legos picapedreros y los monjes trabajaban la piedra, cómo era su trabajo en el campo o la importancia de las escrituras sacras. 
AIGUAMURCIA
En la comarca del Alt Camp, rodeado de viñas y bosques, se enclava Aiguamúrcia, una pequeña localidad con varios núcleos de población, el más famoso de los cuales es Santes Creus. Como curiosidad, este es el único pueblo que ha nacido a raíz de la construcción de un monasterio después de la exclaustración.
Su principal joya es el Monasterio cisterciense de Santes Creus, del siglo XII y declarado Monumento Nacional. El lugar, único por su belleza arquitectónica y paisajística, estuvo muy conectado con la realeza. Es por ello que en su interior se encuentran los sepulcros reales de Pedro III de Aragón, Jaime II de Aragón y Blanca de Nápoles



3) El monasterio de Vallbona de les Monges
El tercer monasterio de la Ruta del Cister es el Real Monasterio de Santa Maria de Vallbona, en la comarca leridana de Urgell. Es el más pequeño y el único complejo femenino de los tres. De hecho, fue el mayor monasterio cisterciense femenino de Cataluña. También es el único que se encuentra en medio de un pueblo: Vallbona de les Monges. No fue así en su origen, pero, en el siglo XVI, las normas de la Contrarreforma prohibieron los monasterios femeninos aislados. La abadesa, para “burlarlas”, construyó un pueblo alrededor de su monasterio cediéndole parte de sus terrenos: así nació Vallbona de les Monges. La Contrarreforma estuvo a punto de acabar con lo más destacado de este monasterio: su botica. La labor de las boticarias se comparaba con el manejo de las artes oscuras… En el monasterio nos encontramos con una colección de medio centenar de botes de cerámica esmaltada con cobalto con los nombre de sus remedios. ¿El más usado? Las pastillas para el dolor de garganta. Lo descubrimos con los audiovisuales y la visita guiada, ambos muy interesantes.



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Tarragona, la Tarraco Romana y Medieval

Arco de Bará
Arco situado a 20 km de Tarraco sobre la propia vía Augusta. Es un arco sencillo, construido con sillares, decorado con falsas pilastras acanaladas y coronadas por capiteles corintios, que sostienen el entablamento. Fue erigido a finales del siglo I a. C. por disposición testamentaria de L. Licinio Sura, según sabemos por la inscripción parcialmente conservada que existe en el propio monumento.



Acueducto de Les Ferreres , puente del diablo (leyenda)
En el siglo I se construyeron dos largos acueductos para abastecer de agua la ciudad. El primero -que recibía el nombre de Aqua Augusta- tomaba el agua del río Gaià y tenía una longitud de unos 50 km. El segundo la tomaba del Francolí y su longitud era de unos 15 km. El tramo más espectacular conservado pertenece a este último y es un puente de unos 217 m de largo y 26 m de altura máxima que salvaba un barranco. Está construido con grandes sillares colocados a hueso, formando una doble línea de arcadas. Popularmente se conoce como Pont del Diable o acueducto de Les Ferreres.




Maqueta y maping de Tarraco
Observar esta maqueta os ayudará a entender cómo era la ciudad romana
El modelo muestra la ciudad en el siglo II d.C., en el momento de su máxima expansión y apogeo. Fue realizada a escala 1: 500 y tiene unas dimensiones de 18m3, convirtiéndose así en la segunda maqueta del mundo romano más grande de Europa, sólo superada por la de Roma.
Mapping de Tarraco
La joven esclava Melpomene decide desobedecer un poco a su amo para enseñarnos Tarraco. Una forma de conocer su historia antes de iniciar la visita a la ciudad. El Mapping de Tarraco es una proyección dentro de la Bóveda de Pallol, a través de la técnica del videomapping. Una experiencia inmersiva que interactúa con la maqueta de Tarraco. Y tú, ¿estás listo para adentrarte en esta importante ciudad romana?

Teatro Romano
  De los tres grandes edificios para espectáculos de Tarraco, el teatro fue el primero en ser construido, ya en época de Augusto. Edificado sobre unos antiguos almacenes portuarios, disponía de un amplio sector semicircular de gradas divididas en tres cáveas orientadas hacia el escenario. La parte trasera de este se encontraba cerrada por un gran muro monumentalizado con columnas y estatuas que se conservan, en parte, en el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona. El edificio fue reformado y enriquecido con estatuas de mármol en el siglo II, y quedó abandonado ya en el siglo III. En él se celebraban espectáculos escénicos.

 

El anfiteatro
El anfiteatro era un edificio de espectáculos donde tenían lugar luchas de fieras, cacerías, ejecuciones públicas y combates de gladiadores. El de Tarraco fue construido a principios del siglo II d. C. y fue objeto de reformas en el año 221, como indica la inscripción de 140 m, la más larga de todo el Imperio, que coronaba el podio. Actualmente se conserva parte del graderío septentrional tallado en la roca, muy erosionado, y una parte del graderío meridional, sustentado sobre bóvedas de hormigón. Aquí sufrieron martirio en el año 259 san Fructuoso y sus diáconos. Para conmemorarlo se edificó, a finales del siglo VI, una basílica visigoda, sobre la cual se estableció la iglesia medieval de Santa María del Milagro, en el siglo XII.


Pretorio (leyenda cautiva) y Circo romano
 El circo era el edificio destinado a las carreras de caballos y carros y se encontraba entre la Vía Augusta y el Foro provincial. Tenía una forma alargada con unos 325 metros de largo y hasta 115 de ancho, y se calcula que tenía una capacidad de 30.000 espectadores. 
  El circo de Tarragona se construyó en el siglo I y tiene la particularidad de encontrarse dentro de la ciudad, por lo cual tiene unas características arquitectónicas especiales. Está considerado entre los circos mejor conservados de Occidente, a pesar de que una parte de su estructura sigue oculta bajo viejos edificios del siglo XIX. 
 El Pretorio es una torre de época romana que alojaba las escaleras que permitían el paso desde la ciudad baja hasta el Foro provincial, con el que está comunicado por pasillos subterráneos. Es uno de los ángulos del gran rectángulo de la plaza del Foro provincial. En el siglo XII se convirtió en el palacio de los reyes de la corona de Aragón y posteriormente en prisión.
  Se accederá al pretorio y al circo por la entrada situada en la Rambla Vella y se saldrá por las escaleras situadas en la terraza de la Sala Gótica de la Torre del Pretorio, en dirección a la plaza del Rei.


Foro Romano
En el siglo I, con la pacificación de la zona, el ejército romano dejó libre la Parte Alta, que se monumentalizó con tres terrazas situadas de forma escalonada. En el nivel medio se situó la plaza del Foro provincial, centro político y administrativo de la provincia tarraconense. Se trataba de una gran plaza porticada, hoy en día ocupada por decenas de casas y calles. Actualmente se pueden observar restos de los pórticos en los edificios de la Antigua Audiencia (torre sur-occidental), en la plaza del Pallol (puerta, bóveda y pilastras del antiguo Beaterio), en la plaza del Fòrum (muro angular) y en el Pretorio (torre sur-oriental con puertas, vueltas y pilastras).


La Catedral de Santa Tecla (Mujer  y gato)
La Catedral, ubicada en la parte más alta de la colina, es el edificio más emblemático de la ciudad y contiene también el conjunto de arte medieval más rico de Tarragona. Se inició su construcción a mediados del siglo XII y se consagró en 1331, de forma que es un buen ejemplo de arquitectura de transición del románico al gótico.
  Es un templo de planta basilical con tres naves y crucero. Resalta la fachada principal (siglo XIV), con un rosetón enorme. Dividiendo el gran portal hay una bella imagen de la Virgen María con el niño y a la misma altura se sitúan las figuras de los profetas y de los apóstoles. El campanario tiene la base románica, pero el resto es gótico. El cuerpo superior, octogonal y con grandes ventanales, aloja las quince campanas, algunas de las cuales son de principios del siglo XIV. 
   El altar mayor ostenta un magnífico frontal de principios del siglo XIII donde se representan escenas de la vida y martirio de Santa Tecla. Destaca el espléndido retablo mayor, empezado en 1429, obra del escultor Pere Johan. También, en un arcosolio abierto en el muro lateral derecho del presbiterio, la tumba del arzobispo Juan de Aragón, hijo de Jaime II. Se trata de un sarcófago donde resalta la figura yaciente, de gran realismo y perfección.
  Los muros que delimitan el coro son obra del siglo XIV y muestran pinturas murales, mientras que la sillería de madera data de la época de Pedro de Urrea (1445-1489). Entre las capillas góticas destacan la de los Sastres, de mediados del siglo XIV, que se puede considerar el mejor ejemplar de arquitectura gótica por su ornamentación arquitectónica y escultórica. También la del baptisterio, antiguamente dedicada a Santa Úrsula y las once mil vírgenes, construida durante la época del arzobispo Arnau Sescomes (1335-1346), con bóveda estrellada y abundante decoración. 
  Al fondo del ala meridional del crucero se encuentran tres capillas, obra del canónigo Barceló, de finales del siglo XV. Mencionaremos también las capillas de San Miguel y de la Presentación en la nave lateral derecha y las de los Cardona en la nave lateral izquierda, todas de estilo gótico.


Balcón del Mediterráneo
 Para los tarraconenses es casi una obligación pasear por la Rambla e ir a tocar ferro («tocar hierro») al Balcón del Mediterráneo. Este hecho implica llegar paseando reposadamente hasta la barandilla que diseñó Ramon Salas i Ricomà en 1889. Antes de su construcción había un muro que limitaba el paseo de les Palmeres con el acantilado que separaba los campos de cultivo a sus pies y la línea del mar. La denominación del balcón se debe a Emili Castelar, presidente de la Primera República Española, quien lo bautizó con este nombre en su visita a Tarragona en 1863.



La Rambla Nova
   Desde su fundación, el comercio es un sector importante en la economía de Tarragona. En los últimos años, el comercio mayorista ha tomado un fuerte impulso, tanto por la presencia de cadenas de fuera de la ciudad como por la organización y renovación de la oferta genuinamente tarraconense. La gran ventaja que ofrece Tarragona es que las compras se pueden realizar a pie por las distintas zonas de peatones, o por la Rambla Nova, verdadera arteria de la ciudad, que abarca desde la muy transitada plaza Imperial Tárraco, principal nódulo viario de la ciudad, hasta el balcón del Mediterráneo.
  A lo largo de la Rambla Nova y por las calles adyacentes podéis disfrutar de los acogedores pequeños comercios, con un amplio abanico de tiendas y servicios. Podéis encontrar bancos, joyerías y todo tipo de tiendas tradicionales que venden moda, calzado, complementos, etc. En el casco antiguo (Part Alta), en un marco muy adecuado, algunas tiendas conservan restos en su interior. Muchos de los establecimientos son anticuarios. También podéis encontrar joyeros excepcionales de diseño y reconocidos maestros en el arte de trabajar materias preciosas.




El mercado central
Construido en 1915,  es un digno representante del espíritu mediterráneo de Tarragona, más dinámico que nunca después de la reforma culminada en 2017 que ha permitido dar nueva vida también a sus elementos modernistas. Una nueva etapa en la que la esencia histórica del equipamiento continúa presente, pero con la ambición y el dinamismo propios del siglo XXI.


   La joya de todo mercado se encuentra, evidentemente, en su interior, en su gente, productos e historias. Pero el envoltorio del Mercado Central de Tarragona no se puede menospreciar, y es que, por sí solo, las características de su imponente edificio ya justifican una visita.
   El Mercado Central tiene la firma de uno de los arquitectos del Modernismo catalán más prolíficos en Tarragona, Josep Maria Pujol de Barberà.
Pujol de Barberà planteó un gran edificio rectangular, de tres naves, y elaborado en un material entonces innovador para Tarragona: el cemento armado u hormigón. Se inauguró con un gran acto solemne en diciembre de 1915.
El renovado mercado del 2017 se erige ahora en un espacio donde no solo se puede ir a comprar: también a degustar, aprender y contagiarse del latido de la ciudad.

El reloj carillón
  Y no nos podemos olvidar de la última incorporación en este mercado del siglo XXI. Ninguna visita podrá ser completa sin ver en acción el nuevo reloj carillón del Mercado Central. Cada día, seis figuras del cortejo popular de Santa Tecla bailan al son del pasodoble Amparito Roca (el himno de las fiestas de Santa Tecla), en la fachada principal del edificio. Lo hacen a las 12 h y a las 18 h durante todo el año.
Un ingrediente más de una oferta gastronómica y cultural que, seguro, os hará vivir vuestra visita con una sonrisa.

El Serrallo un barrio pescador auténtico
El barrio marinero de Tarragona, cercano a uno de los puertos marítimos más importantes del Mediterráneo, tiene una gran actividad gastronómica, cultural, asociativa, y económica centrada, principalmente, en la pesca y el mar desde tiempos inmemoriales.
Los atractivos de tradición, gastronomía y cultura genuinas, valorados por el Departamento de Empresa y Conocimiento y por la Agència Catalana de Turisme, le otorgaron la distinción de barrio marinero entre los Barrios y Villas Marineras de Cataluña.



Las playas de Tarragona 
  Se caracterizan por la arena muy fina y de color dorado que ha dado nombre a la Costa Daurada (dorada). La arena es blanda, suave y se adapta al cuerpo cuando os echáis a tomar el sol con una simple toalla para evitar que se os pegue a la piel. Si eso pasa, sólo tendréis que esperar que se seque y la arena caerá sola, aunque la mayoría de playas disponen de duchas para refrescaros.
  El clima templado permite el baño de junio a septiembre y tomar el sol o pasear prácticamente durante todo el año. Las playas y calas de la Costa Dorada tienen una pendiente muy suave que permite caminar dentro del agua o nadar sin riesgos. Debéis tener solamente algunas precauciones elementales, como informaros de la predicción del tiempo, observar si Cruz Roja ha puesto la bandera amarilla o roja, que os alerta del mal estado del mar, y no alejaros demasiado de la costa.



jueves, 3 de abril de 2025

Tarragona, historia

 

  1. Templo de Augusto
  2. Foro Provincial de la Hispania Citerior
  3. Estadio del circo
  4. Murallas
  5. Acueducto 
  6. Anfiteatro
  7. Foro de la ciudad y basílica
  8. Teatro
  9. Puerto
  10. Almacenes portuàrios
  11. Via Augusta
  12. Cementerios y monumentos funerarios
  13. Termas públicas
  14. Villas suburbanas
  15. Insulae
  16. Ager tarraconensis



De los iberos a los romanos
  Durante la segunda guerra púnica, Roma envió a Hispania a los hermanos Cneo Cornelio y Publio Cornelio Escipión con el objetivo de cortar los suministros del ejército cartaginés de Aníbal, que había invadido Italia. Los Escipiones convirtieron Tarraco en un importante centro de operaciones durante la contienda gracias a su posición estratégica y al hecho de que estaba a tan sólo cuatro días de navegación de Roma.
  El lugar, además de servir de puerto militar y comercial, servía también de base para los soldados, de forma que surgió primero una guarnición en la parte alta de la colina y una zona de viviendas alrededor del antiguo poblado ibérico, donde más tarde se levantaría el foro de la colonia; ambas zonas pronto se unieron con un recinto amurallado.

    La función militar de Tarraco se mantuvo en la época republicana, durante las diversas guerras de conquista del interior de Hispania. Es posible que el propio Julio César concediera a la ciudad el rango de colonia tras la batalla de Munda, acaecida durante la guerra civil, en el año 45 a.C. (el nombre de Tarraco fue Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco), pero su despegue se produciría por intervención de Augusto, el primer emperador de Roma.
   En 27 a.C., Augusto reformó la división provincial de Hispania y convirtió a Tarraco en la capital de la provincia más extensa de la Península: la Tarraconense. El propio emperador residió en la urbe en los años 26 y 25 a.C. para dirigir desde allí las operaciones bélicas contra cántabros, astures y galaicos, con cuya sumisión se completó la conquista de Hispania.

La ciudad de Augusto
  El paso de Augusto por Tarraco trajo diversas mejoras a la ciudad y su entorno: se consolidó la vía de comunicación con Roma, que a partir de entonces se conocería como vía Augusta, y se monumentalizó el foro de la colonia. Este lugar, situado cerca del puerto y del primitivo asentamiento ibero, se convirtió en el centro de la vida administrativa, comercial y religiosa de la ciudad.
  Como todos los foros de época romana, el de Tarraco contaría con una curia, un edificio donde se reunía el consejo de notables que gobernaba la colonia, y otros edificios administrativos, como el archivo o el tesoro. El foro romano de Tarragona, construido por orden del emperador Vespasiano en el año 73 d.C.
  El foro estaba lleno de tiendas en las que se vendía todo tipo de productos, y lo presidía un templo dedicado a la llamada tríada capitolina (formada por Júpiter, Juno y Minerva). En época de Tiberio se construyó una segunda plaza (forum adiectum) en la que destaca la basílica, sede de la administración de justicia y lugar de reuniones. Los restos de este edificio de tres naves pueden contemplarse en la actualidad. La parte norte es la mejor conservada y cuenta con una gran sala que hacía las veces de t
  En los primeros años de la época imperial se construye también el teatro, cercano al puerto y al foro de la colonia, que aprovecha, además, un desnivel para apoyar las gradas. Su estructura es la propia de los edificios de este tipo con la cavea o graderío, la orchestra semicircular, la scaena (escena) y el frons scaenae, el frente escénico. Los capiteles y las estatuas relacionados con la familia imperial que allí se han encontrado hacen pensar en un grandioso edificio del que han quedado restos relativamente escasos.
En él, los tarraconenses disfrutarían de comedias, tragedias, mimos y pantomimas, y en los momentos de descanso entre las representaciones podían pasar a un área contigua, que posiblemente estaba ajardinada y contaba con una fuente monumental, un ninfeo de grandes proporciones.
   La Asamblea de ciudadanos se construyó como un imponente foro provincial en la parte alta de la ciudad, que asombraba a los representantes de las trescientas poblaciones importantes que formaban parte de la Tarraconense. Con este nuevo recinto monumental, la ciudad quedó dividida en dos sectores claramente diferenciados, separados por el edificio del circo construido en época de Domiciano (que gobernó el Imperio entre los años 81 y 96). La parte alta de la ciudad constituía el sector administrativo, que se organizaba en dos grandes terrazas situadas en niveles distintos: la superior albergaba el recinto dedicado al culto imperial, mientras que en la inferior se levantaba el foro provincial. En cuanto a la parte baja de Tarraco, se dedicó a sector residencial.

El entretenimiento en Tarraco
  Los edificios para espectáculos estaban presentes en toda colonia romana. El más importante de Tarraco era el circo, que por su situación dentro de la ciudad tenía unas dimensiones menores que los de otros lugares del Imperio. Se estima que podía albergar a más de 20.000 espectadores, pendientes de las evoluciones de sus aurigas favoritos, encuadrados en alguno de los cuatro equipos tradicionales: verdes, blancos, rojos y azules.
  Conservamos la memoria de Fuscus, un famoso auriga de la facción azul, al que sus admiradores erigieron en Tarraco un ara en el siglo I o II d.C. En ella grabaron lo que sentían por su héroe: "¡No hay nadie como tú! ¡Siempre se hablará de tus carreras!".
  Otro popular auriga del que tenemos noticia es Eutyches, cuya inscripción nos dice que murió de enfermedad a los 22 años. En su epitafio se queja amargamente de que no tuvo la oportunidad de conducir carros de cuatro caballos (cuádrigas), tras haber competido con éxito con los de dos (bigas). Los crueles e inexorables hados tuvieron envidia de su juventud y malignos ardores abrasaron sus entrañas sin que los médicos pudieran hallar el remedio a su mal.El final del epitafio es una sentida súplica dirigida a quien pase junto a su tumba: "Te ruego, caminante, que esparzas flores sobre mis cenizas; tal vez tú fuiste uno de mis seguidores mientras vivía".

  Otro lugar de diversión de los tarraconenses era el anfiteatro, construido extramuros a comienzos del siglo II, donde podían acomodarse unos 14.000 espectadores. La pasión por los combates de gladiadores debió de ser similar a la que sentían por las carreras, aunque no hayamos encontrado testimonios escritos de ello. Sentados en el graderío, según la clase a la que pertenecía cada cual, todos se encandilarían con las luchas de gladiadores, que antes del combate se encomendaban a Némesis para conseguir la victoria sobre su oponente o, al menos, para que el público les perdonara la vida si resultaban derrotados.

Una activa vida social
   La imponente presencia de grandes monumentos públicos como los foros, el teatro, el circo y el anfiteatro no debe hacernos olvidar a la gente que vivía en la ciudad. La parte residencial ocupaba el sector inferior de Tarraco y se disponía en un trazado reticular u ortogonal, con calles perpendiculares y horizontales que daban lugar a manzanas de viviendas.
   A pesar de que se conservan pocos restos de tales construcciones podemos decir que en Tarraco coexistían los dos tipos de vivienda presentes en las urbes romanas: las casas unifamiliares de los grupos acomodados, que seguían el esquema de la domus romana, y los edificios de pisos conocidos como insulae, con peores condiciones de vida. Los restos de un complejo termal, de la sede de una corporación de obreros de la construcción y las referencias epigráficas a templos como el de Tutela o el de Minerva hablan de la intensa vida social que se desarrollaba en la parte inferior de la ciudad.


La Tarragona medieval
  La ciudad de Tarragona, tras cuatro siglos de abandono fue repoblada a partir de inicios del siglo XII.
La nueva ciudad no ocupó, ni mucho menos, el perímetro que había alcanzado la antigua ciudad de Tarraco. Por tanto, la nueva población medieval se ubicó en lo alto de la colina y los 4 kilómetros de la muralla romana se redujeron a algo más de un kilómetro.
Los nuevos habitantes medievales repararon las murallas romanas y adosaron, al perímetro amurallado, una decena de nuevas torres. De todas ellas, la más destacable, es la llamada torre del Arzobispo o del Paborde, ya que en la Edad Media formaba parte del castillo del Paborde.
  Tarragona conserva destacables monumentos de su pasado medieval. A partir del año 1171 se empiezan a erigir las iglesias ; también se construye el antiguo hospital de Santa Tecla, la actual torre del Pretorio y la Catedral de Tarragona, cuyas obras no se llegaron a finalizar.

  La Tarragona del siglo XIV. Una ciudad singular donde la vida cotidiana de sus habitantes discurría a la sombra de dos poderes, a menudo enfrentados: el del arzobispo y el del rey.
Murallas - Plaça del Pallol – calle de Ferrers – el Corral - el Castell del Rei - El Call o judería – calle Cuirateries y arcos de Mercería - Hospital Medieval (Hospital de Santa Tecla) - Fachada de la Catedral – Palacio Real.



Tarragona Modernista
  Si pensamos en el Modernismo hay una ciudad que inmediatamente viene a la mente: Barcelona es su capital indiscutible debido a la gran cantidad de edificios, templos y residencias diseñadas bajo los patrones este estilo.
  Sin embargo el Modernismo, representante de la bonanza económica de Cataluña entre fines del siglo XIX y principios del XX, también tuvo un campo fértil en la Costa Dorada y las comarcas interiores de la provincia de Tarragona.
  De hecho en esta zona hay documentadas más de 600 edificios modernistas en alrededor de 100 municipios.
Y no siempre son viviendas: edificios públicos, sedes de cooperativas, iglesias, parques y hasta bodegas fueron diseñadas por las grandes figuras de este movimiento.
Reus, Gaudí y Domènech
Por supuesto que el primer nombre que viene a la cabeza si se habla de Modernismo es Antoni Gaudí.
El creador de la Sagrada Familia nació en Reus, capital de la comarca de Baix Camp. En su plaza central se encuentra el Gaudí Centre, que por medio de tecnologías interactivas permite conocer su vida y obra; en una ciudad donde se pueden ver 30 edificios de esa corriente arquitectónica como las casas Navàs, Rull y Gasull (diseñadas por Lluís Domènech i Muntaner), el Institut Pere Mata, la escuela Prat de la Riba y la Estación Enológica, entre otros.
En la ciudad de Tarragona, por ejemplo, diseñó el Teatro Metropol (atención a la forma de barco, como si llevara al público “al mar de la salvación”) y el edificio del Mercado Central.