Por el camino, entre campos de cereal ( cebada) veo cultivos de lúpulo, algo que nunca había observado. Tienen que ser de calidad, pues la cerveza es de las buenas.
Durante el viaje, unas dos horas y media desde Praga en autobús, voy leyendo cosas referentes a la ciudad.
Se la conoce como Termas de Carlos, pues fue el emperador Carlos IV, o para ser exactos uno de sus perros de caza, quien en el año 1358, descubrió el primer manantial.
Posteriormente, sobre todo en el XIX y XX, la aristocracia de la Belle Epoque, la hace suya. Me recuerda, salvando cualquier distancia, a Donosti.
La ciudad está en un valle fluvial de los Montes Metálicos, Krusné hory, y surcada por el río Teplá, que significa caliente.
Este es el río y sus residuos curativos, que se solidifican con el tiempo. Y toca pasear por la calle paralela al río y a beber un poco de agua, que dicen es buena para el aparato digestivo, artritis, colesterol y no sé que más. Vamos, que hoy salgo de aquí hecho un chaval.
Mientras paseo, me han dicho que me fije en tres cosas curiosas:
- El cristal de Bohemia.
- Y al soldadito que pasaba de la guerra
En la ciudad existen unas 80 fuentes, de las que unas 15 son de acceso público.
Éste es el contenido del agua medicinal, según veo en un cartel.
Y éste, el continente turístico para beber de la fuente, vamos los vasos que se venden...
Y ahora, después de beber dos buenos vasos, a pasear y esperar los efectos.
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