El libro de geografía de segundo de bachiller me decía que Praga era la capital de Checoslovaquia. Más tarde, en blanco y negro, el telediario me acercó la Praga comunista y su primavera; del mayo parisino, apenas me contó nada y todo esto sucedía en 1968.
Hace poco, después de casi una vida, alguíen me dijo que Praga era la ciudad de las torres. Hoy he aterrizado en el centro de Europa y voy a comprobarlo.
El día está gris y amenaza lluvia. La gente dice que es lo normal.
Cojo un tranvía y me dirijo hacia la ciudad vieja, Staré Mestó. Quiero ver desde lo alto la ciudad y me acerco a la plaza vieja, Staromestké námestí, crisol de arquitecturas, monumentos y esencia de la ciudad.
A pesar de la lluvia, los turistas llenan la plaza. La torre del reloj va a ser mi mejor atalaya para observar todo el casco antiguo. Allá voy.
Muchas escaleras y muchos asiáticos con los que compito y la ilusión intacta. ¿Será verdad lo de las 100 Torres?. La subida a la torre es una sucesión de fotografías, mapas y dibujos sobre la historia de Praga.
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