Después de mi "paseo" por Plaza España y Montjuic, bajo hasta La Diagonal. Esta calle me trae recuerdos. Por aquel tiempo, estando en la Universidad en Bilbao, leí algunos artículos sobre el barrio Chino de un periodista infiltrado en dicho barrio. Creo que se apellidaba Madrid.
Tanto El Molino como el teatro Apolo han cambiado, al menos en mi memoria.
Llego hasta el final del Paralelo y me dirijo hacia el Raval. Me han recomendado no pasar por este barrio; pero con cuidado no creo que tenga problemas. La verdad es que quiero visitar una iglesia convento de origen románico. Esta zona en la época medieval estaba fuera de la zona amurallada y aquí estaban los conventos.
El trasiego y el ruido de la calle me alerta de que estoy entrando en el barrio del Raval. Y justo al entrar en de la calle Sant Pau, me encuentro con un momento de descanso en esta pequeña iglesia románica. Sus fornidas paredes de piedra cierran el misterio y las maravillas de un estilo primitivo, pero cargado de simbolismo, que habla del pasado de la Barcelona de los conventos. Es el Monasterio de San Pau del Camp.
El trasiego y el ruido de la calle me alerta de que estoy entrando en el barrio del Raval. Y justo al entrar en de la calle Sant Pau, me encuentro con un momento de descanso en esta pequeña iglesia románica. Sus fornidas paredes de piedra cierran el misterio y las maravillas de un estilo primitivo, pero cargado de simbolismo, que habla del pasado de la Barcelona de los conventos. Es el Monasterio de San Pau del Camp.
No hay nadie en la puerta. Un chico me dice que dentro de una hora cerrará, pero que tengo el tiempo suficiente para la visita. Pago la entrada y me da un tríptico informativo. Yo venía preparado para un QR...¡Vaya por Dios!
El tríptico me informa de que la lápida funeraria de Guifré II Borrell, muerto en 911, ayuda a datar el origen de una de las iglesias más antiguas de la ciudad de Barcelona, lo que queda de un antiguo monasterio benedictino.
De estilo románico lombardo, tanto la iglesia como el claustro del monasterio se encuentran en muy buen estado de conservación.
El portón exterior, con un arco de medio punto, muestra una modesta decoración en la cenefa de arcos ciegos y descansa en relieves en forma de cabezas. La puerta principal de la iglesia de Sant Pau, me adentra en el silencioso recinto.
Desde la iglesia, salgo a un claustro de arcos polilobulados. Como en un juego infantil, observo los capiteles tratando de descubrir la infinidad de decoraciones geométricas, vegetales o fantásticas. Entre todas de ellas hay dos que llaman especialmente la atención y que debo localizar: una con Adán y Eva al lado del árbol y la serpiente del pecado. Otra, con una mujer atormentada por dos sapos que le devoran los senos.
Continúo mi camino, para adentrarme de lleno en el barrio de Raval; un concurrido barrio multirracial.
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