sábado, 12 de noviembre de 2022

Barrio del Born, Santa María del Mar


    Desde que leí el libro de Ildefonso Falcones "La catedral del Mar" me dije que tenía que visitar esta iglesia. La verdad que me creó confusión al leer algo más sobre ella, pues en realidad no es ninguna catedral , sino una basílica. Después me enganché con "Los herederos de la tierra".
Posteriormente la he seguido encontrando en mis lecturas del barcelonés Carlos Ruiz Zafón , "La sombra del viento" y "El juego del ángel".
  Es la segunda vez que la visito.


    Así recuerdo por mis lecturas, cómo se construyó la basílica de Santa María del Mar
  Los habitantes del barrio se volcaron en la construcción de la iglesia, logrando erigirla en tan solo 55 años. La media normal era de 100 ó 150 años. La primera piedra fue colocada en 1329, y se finalizó en 1384.
  Si bien Berenguer de Montagut y Ramón Despuig fueron los directores de esta monumental obra, los verdaderos protagonistas de su construcción fueron los vecinos de la Ribera y, en particular, los bastaixos, los descargadores del puerto del barrio.

  Los bastaixos fueron los encargados de cargar a sus espaldas la piedras que alzarían la basílica. Éstas provenían de la cantera real, situada en la montaña de Montjuic, y traídas en barca hasta las inmediaciones del templo.



                         Ésta es la maqueta que me encontré en el interior de la basílica.

                                          

              

   Esta historia escondida en esas lecturas se hace realidad, cuando paseo por las angostas calles del barrio del Born. A propósito, el nombre de Born, viene de los antiguos torneos de caballeros, que se celebraban en este mismo lugar... Las famosas justas medievales, donde eran armados los caballeros.



   Apenas hay espacio en la plaza de Santa María para contemplar como desearía su fachada principal, por lo que hay que hacer maravillas para tomar una buena foto.
   Me parece interesantes su arco ojival rematado en gablete, un colorido rosetón (reconstruido tras el terremoto que en 1428 provocó la muerte de una treintena de feligreses) y sus dos inconfundibles torres, desde las que dicen que se ve otra Barcelona. El portón es un recuerdo a los bastaixos.


    Entro alegre, pues es la primera visita gratuita en la ciudad condal. Su interior me sobrecoge. Tengo una sensación de levitar. Sus muros son austeros y horadados por vidrieras; las bóvedas laterales tienen la misma altura que posee la central. Me siento perdido en el tiempo y en el espacio.


                                    En el altar mayor, una imagen de la Virgen del Mar.

 


Interior iluminado de Santa María del Mar

  Los vitrales superiores de la basílica, yo nunca los hubiera llamado así, iluminan el interior del templo  revelando la austeridad interior.
 El sobresaliente rosetón de la fachada, muestra la coronación de la Virgen. Y a lo largo de toda la nave, en la parte superior, las vidrieras me acompañan desde la entrada hasta el altar mayor.


     Una de las vidrieras que busco, me gustan estas curiosidades, es la que contiene el escudo del FC Barcelona, en homenaje al club por una donación realizada para reconstruir una parte dañada durante la Guerra Civil. ¡Ahí está! ¡Soy un cursi culé!


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