Esta visita la he preparado con ganas desde Madrid. Pero una cosa es lo virtual y otra lo real. Veremos que me depara la mañana.
Desde el muelle de EMINÖNÜ y utilizando mi tarjeta instanbulkart cojo el ferry en dirección a EYÜP.
Son las 9:00 y espero llegar en media hora.
En el ferry, la poca gente que me acompaña aprovecha para tomarse un té. Yo he desayunado bien y no tomo nada. Las dos orillas, europeas las dos, rivalizan alternando las paradas del barco.
Enseguida pasamos bajo el puente de Atatürk.
Tras 25 minutos llegamos al embarcadero de EYÜP. He leído que es la zona más integrista de este Estambul, que me está fascinando.
Mientras bajo a tierra por el puente del ferry, observo esta "colina cementerio" a la que subiré más tarde.
Éste es un barrio no muy extenso y enseguida doy con la mezquita del sultán EYÜP , que obviamente da el nombre al barrio.
Es una mezquita de peregrinaje, como nuestro Compostela. Un grupo de jóvenes asiáticos musulmanes que venían conmigo en el ferry, aprovechan para inmortalizarse frente al templo. ¿Hace un selfie ?
Paso la primera entrada y me encuentro con este atrio. En el centro, una fuente para las abluciones.
Mentiría si dijera que no estoy un poco tenso. Creo que a pesar de que no voy de guiri, se nota que soy el único " infiel". Eso sí, muy respetuoso.
A pesar de que es pronto, ya empiezan a llegar los peregrinos.
Me decido a entrar al interior. Unos pocos hombres están en actitud de oración. Las mujeres oran en el piso superior, tras las celosías.
Aquí está enterrado el sultán y su familia.
Salgo por una puerta posterior, por donde veo que la gente abandona la mezquita, después de pasar por la tumba del sultán. Hay otra fuente para lavarse.
Ya en el exterior me encuentro con esta imagen. Había leído que los niños celebran su fiesta de circuncisión en esta mezquita con sus trajes especiales. La fiesta creo que se llama Sünnet.
Hablo con la madre y está encantada de que les haga la foto a sus niños.
La religiosidad cultural deja paso a la cultura del turista. Voy a subir a la colina de Pierre Loti, que he divisado antes desde el barco.
Con mi tarjeta, tomo el funicular que en unos minutos me deja en la cima.
Preparada para el turista hay una plataforma, desde la que las vistas del Cuerno de Oro
son muy buenas.
Éste es el final del Cuerno.
Y éste el camino por el que he llegado. Vamos, el comienzo del Cuerno.
Y junto a la terraza, el café de Pierre Loti. Pues no sabía nada este francés. Un personaje avispado como pocos a principios del XX.
Un té y un simit (pan con semillas) mitigan el esfuerzo del camino.
Y otro té que me tomo en el interior, con el amigo Pierre Loti , que está detrás inmortalizado.
Vuelvo al hotel en autobús, a ver si como y descanso un poco.
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