El Parque Nacional Iguazú (Argentina y Brasil) tiene más de 67.000 hectáreas y es Patrimonio Natural de la Humanidad declarado por UNESCO. También en 2011 fue declarado como Maravilla Natural del Mundo.
De los 275 saltos que forman las Cataratas del Iguazú, el 80% se encuentran en territorio argentino.
Voy al parque en transporte público. Sigo los consejos de Javier, un buen mochilero que conocí en el hotel: !Ve a tu bola y harás menos colas".
El bus me deja en la puerta del parque, y en el mismo lugar lo encontraré para volver. La frecuencia es cada 20 minutos.
Después de informarme en el punto de entrada sobre qué tipo de ticket "combo" me interesa elijo diversos itinerarios, que me van a llevar todo el día. Supongo que por motivos de seguridad, me exigen el pasaporte para conseguir mi ticket. Ahora son las 09:10 de la mañana.
Cuando me dirijo a la entrada, veo el Centro de Interpretación del parque. No entra dentro de mi ticket. Primer fallo, pero estoy ansioso por comenzar mi viaje y no me afecta mucho. Tal vez a la salida.
Ya estoy dentro del recinto de las cataratas. No hay casi gente y me dirijo hacia la estación Central del trenecito.
Sigo caminando hasta la Estación Central, desde donde sale el tren que va hasta la Garganta del Diablo. Apenas hay gente, y siguiendo los consejos de Javier, no me monto; elijo el sendero Verde para hacer a pie el trayecto hasta la estación Cataratas. Son apenas kilómetro y medio.
Voy solo por el camino y el sonido de esta selva rompe mi caminar. Los animales no se asustan a mi paso. He tenido suerte de verlos. Los consejos del mochilero confidente, empiezan a dar sus frutos.
Enseguida llego a la estación Cataratas. Aquí tomo el tren que me va a conducir a La Garganta del Diablo. ¡Qué maldita manía de nombrar a Lucifer en todos los sitios bellos!
Me apeo y sigo las indicaciones hasta la Garganta.
Al llegar al mirador Garganta del Diablo la postal es impactante.
No hay muchas palabras para describir este regalo de la naturaleza, porque la sensación es única. La altura de los saltos en la Garganta es de unos 80 metros, tiene un ancho de 150 metros y un caudal de agua increíble. El vapor de agua que se eleva desde la rompiente es una ducha perfecta y continua.
En mi ticket he contratado un paseo en lancha neumática por una parte del río Iguazú que va por encima de las cataratas, por el borde argentino A ver si merece la pena. Dura apenas 30 minutos.
Unos espectadores emplumados me desean buen viaje por los rápidos. ¡Agárrate Natxo!
No me ha parecido nada espectacular. Pero me ha descubierto el Circuito Superior que voy a realizar cuando baje. Y justo cerca de la parada final el guía nos muestra un pequeño yacaré. Bueno, al final el viaje ha tenido su recompensa.
Acabo con el río y me adentro en
el Circuito Superior para observar las cataratas desde arriba. Es un camino de 1.7 km que tardo casi 1 hora y media en recorrer. Hago muchas paradas.
Desde los distintos miradores las vistas de las diferentes cataratas son fabulosas.
Finalizando, tras una pequeña bajada llego al
Circuito Inferior, las cataratas desde abajo. Este paseo es un poco más corto que el anterior, tiene 1.4 km de distancia. Tardo poco más de 1 hora en recorrerlo.
La perspectiva es distinta. Creo que esta media altura de observación es más equilibrada.
La foto pasada por agua, Ya estaba casi seco y vuelta a empezar. Estoy disfrutando como un niño.
A propósito a este salto le llaman
"las dos hermanas". ¿Por qué será?
Naturaleza en estado puro. Llevo cuatro horas ensimismado. Creo que hoy, sobran las palabras.
Paro un rato para comer algo de lo que compré ayer en Puerto Iguazú. Me viene bien para coger fuerzas y estirar las piernas. Estoy a la espera de coger el cuatro por cuatro.
El camión me traslada, a través de la selva con un guía "charlatán", hasta el embarcadero de la fuera borda que me llevará por el Iguazú bajo.
Tenía alguna esperanza en el viaje, pero sólo he visto un tucán. Eso sí, nada asustadizo.
Llegamos al embarcadero. La gente tiene prisa por coger un buen sitio en la lancha. La ventaja de ir sólo es que siempre queda algún buen lugar suelto. Y esta vez no ha sido una excepción.
Y comenzamos a ascender el río hacia los saltos ¡Y me callo! En boca cerrada no entra agua.
Ha durado media hora, pero la adrenalina se me ha disparado en ciertos momentos. Llegamos al embarcadero de los saltos.
He caminado por pasarelas, por senderos de la selva; he navegado en balsa por las aguas tranquillas del Iguazú alto y subido por los rápidos del bajo Iguazú en busca de los grandes saltos de agua. Al encontrarlos me esperaba una buena ducha. El arcoíris me sirvió de toalla.
Los sonidos de la selva cuando despierta y los truenos del agua al caer me los llevo para Madrid.
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