viernes, 28 de febrero de 2014

ARGENTINA, Salta, un bonito valle y las quebradas.


  Cuando llegas a Salta volando desde Iguazù, descubres desde el cielo un valle amplísimo regado por siete u ocho ríos que se lanzan por las vertientes serranas preandinas en busca de tierras más tranquilas.     Y lo consiguen fertilizando un valle en el que se aposentaron primero indígenas preincaicos, incas, españoles, criollos y toda suerte de especuladores en busca de esta excelente Vega.

  Aprovecho la tarde para subir al Cerro de San Bernardo. Desde aquí me hago una idea de la ciudad y sus alrededores.
 

    

He subido en teleférico y voy a bajar andando por estas escaleras esculpidas en las laderas de la montaña.
  
    
                   Al final del viaje, me encuentro esta carta de presentación de la ciudad.
                                

Salta es una ciudad de unos 500.000 habitantes, la mayoría de origen quechua y emigrantes bolivianos.
     
   Sus calles son amplias, con abundantes jardines y un buen museo arqueológico. Una antigua ciudad colonial, fundada en 1572 por este español, Francisco de Toledo.
                                             

                              Se conservan en muy buen estado estas casas coloniales del XVII
     

   La catedral Basílica y Santuario del Señor y la Virgen del Milagro reconstruida en el XIX tras un terremoto que destruyó el anterior edificio.

  Museo de arqueología creado a principios del XXI, fundamentalmente para dar a conocer y resguardar las momias de tres niños encontrados en la región. Aprovecharon un edificio del XIX edificado en la plaza central.
  El museo está muy bien diseñado y he pasado un rato estupendo empapándome un poco de su historia.



  Las Momias de Llullaillaco, también llamadas Niños de Llullaillaco y Niños del volcán, son los nombres con que se conocen los cuerpos de tres niños sacrificados por los incas, excepcionalmente conservados. Su antigüedad se cifra en unos quinientos años. Fueron hallados a una altura de 6739 metros cerca de la cima del volcán Llullaillaco.
                                       






 

 




ARGENTINA, la Foz de Iguazú (lado brasileiro)



     Las Cataratas del Iguazú están formadas por un total de 275 saltos. De estos saltos, el 80% se encuentran del lado argentino, mientras que apenas, el 20% están del lado brasilero. Desde este lado me dicen que se obtienen vistas panorámicas increíbles de las cataratas argentinas.


  El parque de las Cataratas del lado brasilero está ubicado en la ciudad Foz do Iguaçu. A unos 12 km de la frontera con Argentina, y unos 15 km desde Puerto Iguazú.
  Para llegar cojo un colectivo en la terminal de Puerto Iguazú, más barato y sin depender de nadie.
A pesar de la corta distancia, tardo casi 1 en llegar. Más que nada, debido a que hay que pasar por la frontera y presentar pasaportes. El parque tiene servicio propio para acercarte a los senderos.
                         Colectivo                                                                               Bus del parque
                

  El bus me dejó justo fuera del centro de visitantes, en el mismo lugar, donde lo tomaré  para volver por la tarde a Puerto Iguazú.
 Al entrar a las dependencias del Parque. lo primero que hago es informarme del recorrido y del bus del parque que me dejarà al inicio del sendero. El parque es mucho más pequeño que el del lado argentino, por lo que para recorrerlo creo que me bastará con medio día. Llego a la taquilla cerca de las 10:00 h. de la mañana, y me quedaré hasta las 16:00 horas. ¡Vamos allá!
       

Recorriendo el parque.
 A diferencia del lado argentino, en este parque hay un sólo sendero. El Sendero de las Cataratas / Trilha das Cataratas. Es un camino de 1.2 km, de dificultad baja.

Durante todo el camino hay miradores desde donde ver las cataratas de distintos ángulos. Así como el contacto con la naturaleza se da a cada paso.
El primer mirador está muy cerca del comienzo del camino, donde empecé a ver coatíes... ¡Muchos coatíes!
                                             
     El día se va nublando. Ya desde el comienzo del camino  encuentro rincones desde donde se tienen unas vistas increíbles.
          


   Una buena vista es sinónimo de balconada artificial, el balcón de Tarobá. Pero como nada en la vida es perfecto, la cantidad de turistas es grande y para sacar una buena foto, tienes que armarte de paciencia. 
                                                        
Sigo caminando por el sendero. Al bajar unas escaleras, veos las pasarelas que me llevan prácticamente a la Garganta del Diablo. 
                      
          

                                          Según voy bajando escaleras veo este paisaje allí abajo.
  

                                                 Las Pasarelas en las Cataratas brasileiras.
 

      A pesar de no ir muy preparado, la gente lleva capas de agua, bajo a la pasarela y me dirijo al salto. Lucha interna e inconsciente... Natxo te vas a empapar. Pero no me importa; ya me secaré. La sensación de estar bajo ese poder supremo de la naturaleza puede cualquier razonamiento. Me dejo llevar por la inconsciencia infantil que me domina.
  
He conseguido mojarme. vuelvo a desandar lo andado, son escaleras, pero de subida. Vuelvo al camino.  La humedad del ambiente hace que me olvide que estoy calado. Creo que estoy sudando.

 La  última parada es en el espacio Naipi, desde donde van a estar literalmente al lado de las cataratas.
Este fue uno de los miradores que más me gustó. Vuelvo a ver el sol.
                       
 Llego al mirador y me quedo mirando la intensidad con la que cae el agua. La energía que tienen las cataratas, es indescriptible.

 

           En este sector hay un ascensor que me llevará a ver las cataratas desde otro ángulo.
Desde arriba, las cataratas se ven increíbles. La vista es más general y sencillamente alucinante.
                                    

               Retomo el bus del parque para dirigirme a la entrada. Ya vale por hoy.
Mientras camino hacia el colectivo que me lleve a Puerto de Iguazú doy con algo que podía haber contratado. La vista aérea desde un helicóptero. Para otra ocasión.


miércoles, 26 de febrero de 2014

ARGENTINA, Iguazù argentino, la Pacha Mama

        
   El Parque Nacional Iguazú (Argentina y Brasil) tiene más de 67.000 hectáreas y es Patrimonio Natural de la Humanidad declarado por UNESCO. También en 2011 fue declarado como Maravilla Natural del Mundo.
   De los 275 saltos que forman las Cataratas del Iguazú, el 80% se encuentran en territorio argentino. 

  Voy al parque en transporte público. Sigo los consejos de Javier, un buen mochilero que conocí en el hotel: !Ve a tu bola y harás menos colas"
   El bus me deja en la puerta del parque, y en el mismo lugar lo encontraré para volver. La frecuencia es cada 20 minutos.
 

   Después de informarme en el punto de entrada sobre qué tipo de ticket "combo" me interesa elijo diversos itinerarios, que me van a llevar todo el día.  Supongo que por motivos de seguridad, me exigen el pasaporte para conseguir mi ticket. Ahora son las 09:10 de la mañana.
  Cuando me dirijo a la entrada, veo el Centro de Interpretación del parque. No entra dentro de mi ticket. Primer fallo, pero estoy ansioso por comenzar mi viaje y no me afecta mucho. Tal vez a la salida.
                                            

             Ya estoy dentro del recinto de las cataratas. No hay casi gente y me dirijo hacia la estación Central del trenecito.
 

    Sigo caminando hasta la Estación Central, desde donde sale el tren que va hasta la Garganta del Diablo. Apenas hay gente, y siguiendo los consejos de Javier, no me monto; elijo el sendero Verde para hacer a pie el trayecto hasta la estación Cataratas. Son apenas kilómetro y medio.
                                       

      Voy solo por el camino y el sonido de esta selva rompe mi caminar. Los animales no se asustan a mi paso. He tenido suerte de verlos. Los consejos del mochilero confidente, empiezan a dar sus frutos.
     
  Enseguida llego a la estación Cataratas. Aquí tomo el tren que me va a conducir a La Garganta del Diablo. ¡Qué maldita manía de nombrar a Lucifer en todos los sitios bellos!
  

Me apeo y sigo las indicaciones hasta la Garganta.
 

Al llegar al mirador Garganta del Diablo la postal es impactante.

 

   No hay muchas palabras para describir este regalo de la naturaleza, porque la sensación es única. La altura de los saltos en la Garganta es de unos 80 metros, tiene un ancho de 150 metros y un caudal de agua increíble. El vapor de agua que se eleva desde la rompiente es una ducha perfecta y continua.
 

En mi ticket he contratado un paseo en lancha neumática por una parte del río Iguazú que va por  encima de las cataratas, por el borde argentino A ver si merece la pena. Dura apenas 30 minutos.
 

Unos espectadores emplumados me desean buen viaje por los rápidos. ¡Agárrate Natxo!
  
  
No me ha parecido nada espectacular. Pero me ha descubierto el Circuito Superior que voy a realizar cuando baje. Y justo cerca de la parada final el guía nos muestra un pequeño yacaré. Bueno, al final el viaje ha tenido su recompensa.
  

 Acabo con el río y me adentro en el Circuito Superior para observar las cataratas desde arriba. Es un camino de 1.7 km que tardo casi 1 hora y media en recorrer. Hago muchas paradas.

                  Desde los distintos miradores las vistas de las diferentes cataratas son fabulosas.


 

          Finalizando, tras una pequeña bajada llego al  Circuito Inferior, las cataratas desde abajo. Este paseo es un poco más corto que el anterior, tiene 1.4 km de distancia. Tardo poco más de 1 hora en recorrerlo.
                       
               
             La perspectiva es distinta. Creo que esta media altura de observación es más equilibrada.
     
 
 La foto pasada por agua, Ya estaba casi seco y vuelta a empezar. Estoy disfrutando como un niño.
                           A propósito a este salto le llaman "las dos hermanas". ¿Por qué será?

  
      
         Naturaleza en estado puro. Llevo cuatro horas ensimismado. Creo que hoy, sobran las palabras.

  Paro un rato para comer algo de lo que compré ayer en Puerto Iguazú. Me viene bien para coger fuerzas y estirar las piernas. Estoy a la espera de coger el cuatro por cuatro.

  
   El camión me traslada, a través de la selva con un guía "charlatán", hasta el embarcadero de la fuera     borda que me llevará por el Iguazú bajo. 
    Tenía alguna esperanza en el viaje, pero sólo he visto un tucán. Eso sí, nada asustadizo.
  
      
        Llegamos al embarcadero. La gente tiene prisa por coger un buen sitio en la lancha. La ventaja de ir sólo es que siempre queda algún buen lugar suelto. Y esta vez no ha sido una excepción.

            Y comenzamos a ascender el río hacia los saltos ¡Y me callo! En boca cerrada no entra agua.
          
  
          

      Ha durado media hora, pero la adrenalina se me ha disparado en ciertos momentos. Llegamos al embarcadero de los saltos.

   He caminado por pasarelas, por senderos de la selva; he navegado en balsa por las aguas tranquillas del Iguazú alto y subido por los rápidos del bajo Iguazú en busca de los grandes saltos de agua. Al encontrarlos me esperaba una buena ducha. El arcoíris me sirvió de toalla.

    
     Los sonidos de la selva cuando despierta y los truenos del agua al caer me los llevo para Madrid.







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