domingo, 16 de febrero de 2014

ARGENTINA (Buenos Aires), Boca

   Siguiendo con los barrios, no podía faltar el histórico barrio de La Boca, con sus bailarines de Tango, sus locales para comer y su calle peatonal más famosa, Caminito. Eso y el equipo de fútbol es lo que conozco de este barrio porteño.   

       También me cuentan que sus colores vivos vienen de los antiguos pescadores que tras adecentar sus barcas utilizaban la pintura sobrante en sus casas de madera y uralita. Barrio popular invadido por el turista.
   La Boca es un barrio bonaerense que está situado en el límite sudeste de la ciudad. Su nombre se debe a que se ubica en la desembocadura del "Riachuelo" en el Río de la Plata. Llego a la bocana del río. Ese accidente geográfico da nombre al barrio. Eso me han contado y aquí lo dejo. 
 

   Hasta principios del siglo XIX, lo que hoy es el barrio de La Boca se mantuvo prácticamente deshabitado, siendo entre los años 1830 y 1852 cuando comenzaron a instalarse las primeras familias.​ Se asentaron allí muchos inmigrantes italianos, principalmente genoveses, que le dieron al barrio su fisonomía actual. De allí fue que a los residentes de La Boca se los conocía como Xeneizes (es decir, genoveses) y, años después, por extensión, los hinchas del club Boca Juniors se identificaron de la misma manera.
 Los inmigrantes se agruparon en "Conventillos" y pintaron sus casas con los sobrantes de pintura que traían los marineros. Como la pintura no alcanzaba para cubrir toda una casa de un mismo color, se utilizaron diversos colores para pintarlas.

   Los conventillos de La Boca se caracterizaban por ser construcciones de chapas de metal acanaladas, montadas muchas veces sobre pilotes o cimientos altos debido a las frecuentes inundaciones. En su interior contaban con gran cantidad de pequeñas habitaciones, donde se «acomodaba» cada familia, mientras que la cocina y el baño común era compartido por todos los inquilinos que la habitaban. Hoy no han cambiado mucho.
  
  
   

    Algo digno de ver es el transbordador Nicolás Avellaneda que se usaba antiguamente para cruzar el Riachuelo o el Rio Matanza-Riachuelo y hoy está en funcionamiento.

                           

      Acabo en La Bombonera, el estadio del Boca en el que virtualmente, oigo y veo  miles de gritos y banderas azules y amarillas.
    

Hablo con un trabajador del estadio para que me deje sacar una foto del interior del estadio, pues aún no han abierto los "paseos turísticos".  ¡Bueno, "gallego" pasá!
 

                                                         Una cancha, un balón y unos niños...
 
              
     Los colores azul y amarillo se extienden por todos los edificios bajos que rodean a la Bombonera.
 

       Cuando salgo de la cancha, grupos de aficionados se apremian para comenzar su visita guiada.
  
                     
    Siempre había un patio y balcones irregulares. Allí se mezclaban y enriquecían las diferentes culturas en una interrelación que dio origen a una pintoresca versatilidad de personajes, como El bombero, la prostituta, el «cafishio», el enano, el equilibrista o el borracho , que son rescatados luego por el arte popular. Y salen a la calle y a los balcones.

 

 

    Leo que en 1870 La Boca ya poseía gran parte de su aspecto actual y en 1895 era la segunda sección de la Capital. Sobre una población de 38.000 habitantes, 17.000 eran argentinos, 14.000 italianos, 2.500 españoles y el resto de otras nacionalidades.        
    
 
    En 1863 comenzaron los trabajos del  Ferrocarril de La Boca. Estas vías iniciaban su recorrido en Paseo Colón, llegaban a la Bocana, cruzaban el Riachuelo para continuar hacia  Ensenada.
              

    En 1866 se inauguró un ramal  por la actual calle Caminito y luego avanzaba hasta la estación Muelle de la Boca.
             
 
   La calle Caminito es uno de los principales atractivos de los turistas. Mide unos 130 metros y su nombre viene de un tango de Juan de Dios Filiberto: "Caminito que el viento ha borrado, que juntos un día nos viste pasar...."


 

El hambre me apremia. Una ensalada, un exquisito bife de chorizo y una cerveza me reconcilian con el mundo. Por la ensenada sur desando el camino hacia el hotel.
                                                                
  

  Justo caminando hacia el barrio Microcentro, a la entrada de La Boca, me encuentro con un grupo de aficionados que cantan a su equipo, mientras se dirigen a visitar La Bombonera. Estos argentinos viven el fútbol de una manera especial.














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