miércoles, 29 de abril de 2015

El CAMINO, de O Pedrouzo - Santiago ( 19 km)


   Hoy duermo un poco más; desayuno en la cocina de la pensión cuando todos se han ido. La gente sale antes para llegar a Santiago a las 12:00 horas a la misa del peregrino. Son las 8:45 h y dejo el pueblo. El día es radiante y el camino empieza entre bosques ya conocidos. El sendero solitario es muy agradable. El canto de los pájaros se impone al silencio. No veo a nadie. A pesar de que los robles están en su puesto, el eucalipto se presenta imponente. Por ahora conviven. Y por el suelo mucho helecho en las zonas más umbrías.        

     Se nota que estamos cerca de Santiago. Las aldeas de la Galicia profunda se van transformando. La estética vence a la funcionalidad de la tradición. Del hórreo con maíz se pasa al hórreo con cruces y enanitos.         

    Paso por Lavacolla. Aquí en el Medievo, los peregrinos se lavaban a conciencia para llegar limpios ante el apóstol. Se cree que era un ritual basado en un mal entendido. ¡Ahí va el chascarrillo! Cuentan que un fraile francés autor de la guía del peregrino medieval "Codez Calixtinus", interpretó mal el toponímico del lugar Lava colla. En lugar de " "lleno de piedra" el entendió "lava colea" lavado de genitales... El resto os lo dejo a vosotros.
                                  
        

      Una pequeña subida y estoy en el Monte do Gozo, desde donde los sentimientos más dispares se desatan, por eso lo de máximo gozo... Se divisa Santiago y sus torres, a pesar de los complejos de ocio que la Xunta ha montado en este lugar.           


      Y por fin, entro en Santiago. La conocía, pero creo que hoy es distinto. El conocer camimando es diferente. Se siente el paisaje y el entorno. Me pregunto qué soy yo, ¿ un peregrino?, ¿ un turigrino?, ¿ un caminante?... Y cuál es el fin de este viaje ¿un peregrinaje?, ¿una experiencia ?, ¿ una aventura?, ¿ un reto? . Sé que no hay elementos religiosos en mi caminar, pero el resto puede ser una mezcla de impresiones Y objetivos, aunque sin identificarme con uno en especial. Eso sí, disfrutar... Y he disfrutado. Las obras en el pórtico de la Gloria entristecen la cara de sorpresa de algunos visitantes.

                                           

      Ceno en una taberna una ensalada y dos empanadas de zamburiñas y pulpo, regadas con un buen Ribeiro, que me encanta. Brindo con orujo blanco, el licor de hierbas se ha quedado por el camino. Una tarta de Santiago casera pone fin al evento.
     Me levanto a las 8:00. Debajo del hotel, desayuno unos churros que me levantan el ánimo aún más.  Callejeando por Santiago, en esta mañana azul y fresca, sigo el ritual de cualquier peregrino visitando lo más sagrado. Allí me encuentro con caras conocidas de personas desconocidas, compañeros durante estos días en un camino. He ido a la misa del peregrino. No por creencias, pero hubiera hecho lo mismo en una mezquita, en un templo hindú o en el Nepal. Incluso he dado la vuelta por el baptisterio, siguiendo el rito peregrino, visitando la tumba y tocando la espalda del apóstol.
                                          


Un abrazo al santo y un poco de olor a incienso y salgo de la Iglesia, como nuevo

     Después, me ha encantado perderme por Santiago, por sus callejuelas recién regadas, despacio, sin tener que cumplir una etapa, sin tener que llegar a ningún sitio.
  
                    

   Me despido en una buena mesa: caldito gallego, pulpo a feira, arroz con bogavante, tarta de Santiago y un orujo. Me invitan a otro de despedida pero...

                                              

                                                                  Esta tarde vuelvo a Madrid.

lunes, 27 de abril de 2015

El CAMINO, de Arzúa - O Pedrouzo (22 km)


   Llovizna ligera, calabobos que me va a acompañar aunque con cierta intermitencia. ¡Vamos!, un ponte y quita la capa de agua. Menuda compra, se moja más por dentro que por fuera. Parte del camino lo paso como un torero en la feria de San Isidro, meneando la capa a ver si se seca.
   Y el itinerario, màs de lo mismo. Camino por bosques, aldeas, vacas, y barro. La tierra absorbe, pero también tiene su límite. Riachuelos generosos y pequeños arroyos ruidosos flanquean el sendero.         

                                              El día se va abriendo otra vez, menos mal.

       Hoy ha sido un día con poco trànsito de peregrinos, pero para mí el más dicharachero. Desde el comienzo, Helge Oya (?), un noruego de 67 años y con parte de su cadera de titanio, se me ha juntado ya que quería hablar español. Llevaba mucho camino andado y apenas se había cruzado con ninguno. Obviamente, el elegido he sido yo. No me he atrevido a preguntarle dónde se había operado de la cadera, pues veranea en Murcia.
   Hemos hablado, mejor, ha hablado mucho de su país y a mí me ha encantado escucharle.
A mitad de camino, se nos han juntado dos jóvenes italianos de cerca de Venecia. Iban hasta Finisterre. Hoy se habían levantado a las tres de la mañana, pues tenían los días justos para llegar al fin de la tierra.
                                    

   La etapa de hoy se va acabando, La entretenida charla se interrumpe cuando divisamos Pedrouzo. Al final, el tiempo nos ha respetado.
                
    
Llegamos para comer. Les invito a una cerveza. Los italianos aceptan. El noruego se toma un café. Después cada uno sigue su andadura. 
 
    
   Un poco más adelante, llegando al hostal, me encuentro con éstos: parece que ya estàn de vuelta... Y sin correos que les lleve la mochila.
                                            

                                            Subo al hostal y después de la ducha, me voy a comer. 
                                                           

He visto un bar en el que dan lentejas y se me ha abierto un apetito bíblico... Cualquier cosa por un plato de lentejas. ¿ Era Isaac o Jacob?, el de las lentejas, claro.
             

domingo, 26 de abril de 2015

El CAMINO, de Palas de Rei - Arzúa. (30 km)


      Salgo de Palas de Rei con una ligera llovizna, muy suave, pero que no augura nada bueno. El palacio del Rey, hoy no existe, a pesar del toponímico. Este pueblo no me ha dicho nada. Tal vez, la culpa la tenga el tiempo o yo que no he sabido apreciarlo.
   Parece que el cielo se abre y el sol me saluda. El camino anda parejo a la carretera durante un kilómetro.
                                      

   El tiempo mejora y el camino es bonito. Mi visión positiva vence,,, Voy pasando por aldeas con encanto, similares unas a otras. Hoy la tierra huele. Ayer se pasó la tarde y la noche lloviendo. Huelen los eucaliptos que ya aparecen apoderándose, en parte del paisaje, el que le dejan los robles aún los señores del bosque caducifolio.       

                                                

    La aldea de Leboreiro marca el límite de provincias. Ahora estoy en A Coruña. Llevo andando dos horas. Hoy no me he encontrado apenas con gente. Adelanto a gente solitaria, como yo, que rompe su silencio con un " buen camino".

             

                                               Llego a Melide. Es un pueblo grande. 

                                  Hay mercadillo en la plaza y la gente está saliendo de misa.
                                           
  
                    La capilla de San Roque y el cruceiro, que según dicen es el más antiguo de Galicia.
  

 Busco la taberna de Ezequiel, donde dicen que ponen uno de los mejores pulpos de Galicia. Me pido también un Ribeiro para acompañar. Está muy rico, no sé si mucha culpa la tiene el apetito que me ha abierto la caminata. 
 

No me he atrevido con unas filosas de miel. Todavía me quedan 15 km. Aquí en Melide se junta el camino histórico al camino francés. 
               
                               

     El resto del camino es un sube y baja, salvando arroyos, invadiendo la intimidad de pequeñas aldeas... El camino de hoy está siendo perfecto. Empieza a llover y me resguardo debajo de un gran abeto, cercano a un paso. Un paraguas perfecto para no mojarme en absoluto. Un rebaño de vacas lecheras, unas 30, pasan por delante de mí. Me miran perplejas, pero su vista se fija pronto en el forraje que tienen enfrente. Su dueño, me saluda, y sigue con su orquesta hacia el prado.
               

                                 Ha parado de llover y continúo. Estoy entrando en Arzúa.
               

         

                                    Sus quesos de tetilla son de lo más famoso. Esta noche los pruebo.

sábado, 25 de abril de 2015

El CAMINO, de PortoMarín - Palas de Rei. (26 km)


      Vuelvo a madrugar, pues la predicción del tiempo dice que a media mañana... Y justo paso el puente sobre el Miño, y empieza a llover. Son las 7:50 de la mañana. Hoy la capa de agua va a ser amortizada.     La lluvia no es fuerte y ha refrescado un poco

   El recorrido es similar al de ayer. Corredeiras entre castaños, robles y pinos; pequeños pazos diseminados, pertenecientes al mismo concello. 
             
        
 Hay bastante gente al comienzo de la etapa, casi todos extranjeros; solitarios/as que se agrupan, grupos que se parten... 

   Poco a poco los voy dejando atrás. Lo prefiero, pues las conversaciones, gritos e incluso alguna música alteran los sonidos del bosque. Al cabo de una hora, voy a mi aire.
   Pronto empieza un camino paralelo a la carretera nacional.
 

 Se pierde el asfalto para entrar a algún pueblecito de tres casas con bar o albergue de peregrinos. En todas las aldeas se repite la misma estructura: el hórreo estilizado, cabaña de vacas lecheras o de carne, el lavadero, la ermita y el cruceiro que cuida su entrada.
                   

                  

               
      Por el camino, paso por uno de los mejores cruceiros del camino. Está un poco antes de llegar a la aldea de Ligonde. La representación de las dos personas, creo que son Jesús y María, se ve desde los dos lados.
                                   
             

    Atravieso de nuevo la nacional. De aquí, una carretera comarcal bien asfaltada con el camino adosado me conduce después de unos 10 km a Palas de Rei. camino un rato con Nicole, una parisina de unos 70 años, pero con una energía sanferminera. Me cuenta que hace el camino por una promesa. Se queda en un albergue moderno de la Xunta en una aldea vieja y abandonada de esta Galicia. 
                                           
    
      Aparece el viento. Se abre un poco el cielo. ¿Durará mucho? Vuelve a llover, cuando entro al pueblo La niebla cae sobre el valle. Oscurece. La tarde va a estar pasada por agua.                
                 
Apenas me encuentro nadie por la calle. Es un pueblo muy limpio y me parece que bastante cuidado.
                    
    
 
  
     Este pueblo tiene que ver con los Ulloa. Rosalía, " Los pazos de Ulloa", Galicia... Ah, y con Pepiño Blanco. ¿Será por eso que a la entrada hay un complejo polideportivo como el que no he visto en todo el camino?... Pues eso.

  No ha parado de llover en toda la tarde. A pesar de ello me doy una vuelta por el pueblo. En el centro eatá el albergue de peregrinos. 
  

Y yo estoy comiendo unas empanadas y un queso del lugar excelente, con membrillo, claro. Este queso de Arzúa es exquisito. Todo el mundo está en sus casas. El día está desapacible.