domingo, 19 de abril de 2015

EL CAMINO, de Rabanal del Camino - Monte Ferro - Molinaseca. (25 km)

   Tras el sueño reparador, madrugo. Son las 8:00, está nublado y hace frío. La etapa de hoy es dura y no quiero que me pille el chaparrón, que predicen para la tarde.
   Son unos 28 km, que divido en tres partes:
   La primera es la ascensión hasta " el monte Ferro " a unos 1.550 metros de altitud. Es la frontera entre la comarca  Maragata que voy a dejar atrás y el Bierzo que me espera. La subida no es demasiado pendiente, pero lleva una hora y tres cuartos.  A medida que asciendo, el frío se acentúa y la niebla lo invade todo. Es una pena, porque intuyo un paisaje espectacular.
                                 
    

     Parece que el personal ha madrugado, pues voy encontrando a gente en el ascenso. Llego " al monumento". La leyenda cuenta que el eremita Gaucelmo en el XII, edificó la cruz sobre un altar pagano dedicado a Júpiter. Aquí la gente suele arrojar  una piedra, que en principio trae desde el inicio de su viaje, y al echarla se libera de sus malas acciones. De los que han llegado conmigo nadie lo ha hecho.  También hay una ermita y un reloj solar. Hoy con la niebla, el reloj no me ha servido de mucho.
                                          

     Como un poco de fruta y empiezo la segunda parte de la etapa. Un falso llano me conduce por un camino muy bien trazado a la parte más elevada del camino francés, unos 1.600 metros. De aquí ya es todo bajada. En media hora me encuentro con un pueblo (¿) fantasma: Manjarín. Tomás y sus colegas, los últimos templarios, tienen allí una especie de refugio hippie. Me tomo un café con ellos, de los que se agradecen, más por el calor que por el sabor, y sigo la marcha.
    
   Y continúa el descenso, es la tercera parte del recorrido. La niebla se queda con Tomás y sus colegas, y el cielo se abre. Las laderas de estos valles que conducen al Bierzo, están teñidas del morado del brezo y del blanco de la retama, escoba le llaman aquí. La primavera está despierta, pero no agrede. La vista se extasía y mi nariz y garganta lo agradecen.

 Un microclima, especialmente  en la zona no umbría del valle, hace que crezcan castaños, robles, encinas, alcornoques y los arbustos mediterráneos. Esto es el Bierzo.      


   Encuentro pueblos preciosos, El Acebo y Riego de Ambros, dedicados al peregrino. Acabo mi camino con Julián, un biólogo de Ponferrada, que me pone al dìa. 
                                       


                Nos despedimos en el puente románico de Molinaseca tomándonos una cerveza.

      
   
                             Creo que hoy también para cenar hay  Botillo. Necesitaré otro orujo...

3 comentarios:

  1. Caminante no hay camino
    se hace camino al andar

    Buena ruta

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  2. Caminante no hay camino
    se hace camino al andar

    Buena ruta

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  3. Es un placer leer tu camino. Casi lo estoy viendo, en este caso las palabras dicen más que las imágenes. Sobre todo el relato de la vegetación y de la satisfacción del camino recorrido. Buen camino, amigo

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