miércoles, 19 de octubre de 2022

Burgos, Las Merindades : Tobera y Frías

  Hoy voy a visitar el Valle de Tobalina. Quiero ver el pueblo de Tobera sus ermitas y sus cascadas; después me dirigiré al pueblo de Frías. Vamos allá.

  Dejo el coche aparcado al lado de la carretera en un pequeño parking, que queda relativamente cerca de la entrada al pueblo. Mi objetivo son las ermitas de la ladera de la mole caliza.
  La verdad es que son dos ermitas situadas bajo los paredones rocosos, junto a un puente medieval que cruza el río Molinar (perteneciente a la calzada romana que unía Briviesca con Orduña).  

 

     La primera ermita es el Humilladero del Cristo de los Remedios (siglo XVII), un pequeño templo que ejerce de altar. La reja me impide tomar una foto un poco nítida del Cristo y del altar .


                                                                      
 Sobre esta pequeña ermita veo una de mayor tamaño, la Ermita de Santa María de la Hoz (siglo XIII), de estilo románico tardío. Antiguamente se usaba como hospedería de los peregrinos del Camino de Santiago.


     El portón está cerrado. Me fijo en las  arquivoltas sustentadas por cinco columnas. Es una pena que no pueda visitarla. Me voy a dar una vuelta a su alrededor, ya que he subido...

  

  He tenido suerte. Un guía de turismo abre el portón, pues viene un grupo de Burgos de visita. Me deja unos segundos para entrar y echar un vistazo, antes de que lleguen los burgaleses. Parece que van a tener una misa, pues el altar está vestido...


   Desde aquí, con un pequeño disgusto, pues me hubiera gustado pasar un rato más largo, hago una pequeña ruta llamada el "Paseo del Molinar", que me lleva por los distintos miradores y cascadas del río Molinar. Estos saltos de agua se han aprovechado desde hace siglos como molinos, batanes o fábrica de papel (siglo XII), hasta la actual central hidroeléctrica que se encuentra en las cercanías.




 

    La ruta parte del puente medieval por unas escaleras de piedra, en el margen derecho del río. Desciendo por los escalones hasta llegar a un mirador en el que veo la primera de las cascadas. Tras esta parada desciendo hasta llegar a las calles del pueblo.

 


  Esta ruta es fácil de recorrer y está señalizada. Al final del camino podemos volver por el margen del río contrario ascendiendo a la parte alta hasta de nuevo la ermita.

 
 
 He sudado un poco en el sendero; menos mal que tengo algo para avituallarme, que he comprado al salir de Espinosa. Bebo un poco y me dirijo a Frías que está aquí mismo. Me paro desde este lado de la carretera para admirar el pueblo de lejos.
  Sobre el cerro de La Muela, y cercana al ancho y caudaloso río Ebro, se constituyó un enclave estratégico, desde la época romana y sobre todo en época medieval, que unía la costa cantábrica y la meseta. Frías se hizo famosa y necesaria.
  Hoy en día, mantiene una estructura urbana medieval que corona el castillo de los Velasco y la iglesia de San Vicente. Los edificios siguen un sistema constructivo en el que van adosándose entre sí. La solana del piso superior emplea toba y entramado de madera.

  Dejo el coche en el parking habilitado. Para acceder a lo alto del pueblo hay dos posibilidades: Unas escaleras desde el mismo parking o ascender poco a poco por las calles del pueblo. Elijo esta última.



    Como he contado antes, el pueblo se asienta sobre una gran roca llamada la Muela, que es donde están construidas las casas colgadas. Me recuerdan las famosas casas colgadas de Cuenca, pues parece que están en el propio precipicio. 

  

  Lo primero es comer un poco. Me siento en una tasca y pido un bocadillo y una cerveza. Cuando acabe de yantar quiero subir al castillo.

  
 
  El ascenso me conduce a la Parroquia de San Vicente Mártir. No queda mucho de sus orígenes, pues tuvo que ser reconstruida.
  En el interior en el retablo mayor está San Vicente, junto a San José y San Sebastián, que aparece en muchísimos retablos y cuadros. ¡Este San Sebastián asaetado era muy popular!

  

 Salgo de la iglesia y paseo por un mirador "a doc" para ver las casas colgadas justo de lateral. Desde este lugar, al lado de las murallas, se divisa todo el valle de Tobalina. Un espectáculo.

  

   Descanso en un pequeño parque en frente de la iglesia. Al final del parque hay un antiguo arco del XVI, junto a la Plaza del obispo López de Mendoza.


    ¡Y eh voila!  Aquí está el Castillo de los Duques de Frías. Es del siglo X y nace como una fortificación con claro enclave estratégico. Se erige en lo alto de un peñón llamado La Muela.  Llego subiendo por la calle del Mercado, tras pasar la plaza del Ayuntamiento y la Iglesia de San Vicente. 

 

  Una vez dentro, el recinto es abierto, conservando las murallas, el adarve y la torre del Homenaje, que es el punto más alto del castillo. En el patio de armas aún se conserva un aljibe en muy buen estado.

     
                         Tras la visita vuelvo sobre mis pasos y desciendo hacia el parking

                                      

   Justo debajo del castillo vuelvo a mirar hacia sus pétreas torres. Veo que hay un detalle que se me ha pasado por alto... Observad el reloj que hay en una de las torres. ¿Curioso, no?


  Cojo el coche y me dirijo hacia el puente medieval, aunque parece que su orígen es anterior, romano para ser exacto. Debió suponer una estructura muy funcional para comunicar Castilla con el Cantábrico salvando el río Ebro. Comerciantes de los alrededores y peregrinos del camino de Santiago tenían resuelto un problema. 
  Mide 143 m. de largo, 345 m. de ancho, desde el nivel del agua hasta el pretil más alto del puente hay unos 113 m. y otros tantos hasta la torre.
Consta de 9 arcos. Los centrales algo más altos y los demás ligeramente rebajados.


En la Edad Media se le construyó una torre de planta pentagonal en su base central. 



                                                         A dormir a Espinosa de los Monteros...


























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