Una ermita en la ciudad de Soria a orillas del Río Duero, se alza sobre un roquedal, en un enclave paisajístico de gran belleza, es San Saturio.
En el siglo VI, el noble visigodo soriano Saturio repartió sus riquezas entre los pobres y marchó a vivir a unas cuevas junto al Duero. La Leyenda cuenta que Saturio estuvo viviendo treinta años en la cueva en la que se asienta la ermita. Una mañana vio a un joven de nombre Prudencio que intentaba cruzar el río a nado y le advirtió del peligro que corría. La gente que allí se encontraba esperaba que el joven muriese ahogado por la corriente, pero llegó sano y salvo a la orilla. Es más, ni siquiera el agua llego a mojar sus prendas. El joven subió hasta lo alto de aquellos riscos para solicitar la bendición del eremita, y pedirle permiso para quedarse a vivir con él. Allí convivieron hasta que Saturio, murió.
Sala del Cabildo de los Heros, utilizada antiguamente para reuniones de la hermandad de labradores. Preside esta sala una efigie negra del santo de finales del S. XIX a la que los impedidos rezaban, dada la dificultad para acceder a la capilla principal. Llego caminando por la otra ribera. Muchos sorianos hacen por aquí sus 10000 pasos reglamentarios. Cruzo el puente hacia mi destino.
En el siglo VI, el noble visigodo soriano Saturio repartió sus riquezas entre los pobres y marchó a vivir a unas cuevas junto al Duero. La Leyenda cuenta que Saturio estuvo viviendo treinta años en la cueva en la que se asienta la ermita. Una mañana vio a un joven de nombre Prudencio que intentaba cruzar el río a nado y le advirtió del peligro que corría. La gente que allí se encontraba esperaba que el joven muriese ahogado por la corriente, pero llegó sano y salvo a la orilla. Es más, ni siquiera el agua llego a mojar sus prendas. El joven subió hasta lo alto de aquellos riscos para solicitar la bendición del eremita, y pedirle permiso para quedarse a vivir con él. Allí convivieron hasta que Saturio, murió.
Prudencio lo enterró en la gruta y marchó a Tarazona. Pasado el tiempo y Prudencio se convirtió en Obispo de dicha ciudad. Volvió a Soria y desenterró a Saturio y con la bendición del Papa lo enterró en la nueva capilla en olor de santidad.
Su recuerdo no se perdió y en el último cuarto del siglo XVI se encuentran sus restos y creció la devoción hacia el eremita hasta el punto de construir un templo en su honor y nombrarlo patrón de la ciudad. Por último, el año 1698 la ciudad acordó reedificar una iglesia de nueva planta con el concierto de todos los vecinos.
Lo primero que visito es una gruta eremítica visigoda. Consta de varias salas y estancias como el Oratorio de San Miguel, la sala del Ayuntamiento y la sala del Cabildo de los Heros.
Capilla de San Miguel, a través de la cual se llega a la vidriera que narra otro milagro atribuido al San Saturio, sobre un niño que se precipitó al río por esa ventana resultando ileso por su intervención.
Sala expositiva: Se pueden ver paneles con información de la ermita
Sala de la Vivienda del Santero, que recrea la forma de vida de este personaje a finales del siglo XIX.
Las Salas del Ayuntamiento y de Los Canónigos y la Sacristía, están cerradas
La iglesia
La capilla es de planta central octogonal. El altar barroco, cobija un busto relicario del santo con sus restos. La bóveda, cúpula y muros están adornados con frescos.
La capilla es de planta central octogonal. El altar barroco, cobija un busto relicario del santo con sus restos. La bóveda, cúpula y muros están adornados con frescos.
Las paredes decoradas con pinturas murales narran pasajes de la vida de Saturio y en la cúpula, aparecen los principales anacoretas de la Cristiandad, San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Benito y Jesucristo en el desierto.
Salgo de la iglesia y bajo al río `por las escaleras de los portugueses... No me pidáis el porqué de ese nombre.
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
Campos de Castilla (1912)
El Duero y su monasterio
El monasterio de San Juan de Duero alberga uno de los claustros más singulares del arte Románico, estando considerado como una de las Maravillas del Románico Español, solo por detrás de San Isidoro de León, la Catedral de Santiago de Compostela y la Catedral Vieja de Salamanca.
Su origen se remonta al siglo XII, cuando la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén reformó una pequeña iglesia románica que ya existía a orillas del río Duero y levantó el resto del monasterio.
El claustro
Se trata, sin duda, de uno de los espacios claustrales más excepcionales no ya de España, sino de todo Occidente. El claustro, de principios del siglo XIII, no mantiene la techumbre, lo que aún le otorga más originalidad.
Se trata, sin duda, de uno de los espacios claustrales más excepcionales no ya de España, sino de todo Occidente. El claustro, de principios del siglo XIII, no mantiene la techumbre, lo que aún le otorga más originalidad.
El conjunto sorprende por la mezcla de estilos: trazas románicas y mudéjares con influencias normando-sicilianas se combinan en diferentes arquerías, con arcos apuntados tendentes a la herradura, arcos que se entrelazan y otros secantes.
Arcos califales con clara influencia árabe, rematan los chaflanes.
La iglesia es muy sencilla, de una sola nave con presbiterio y ábside.
No tendría nada de llamativo si no fuese por los dos templetes dispuestos a cada lado del presbiterio a modo de iconostasis, siguiendo las reglas del rito griego.
Escenas bíblicas y seres fantásticos, adornan sus capiteles.
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