viernes, 5 de abril de 2024

Una semana en CANTABRIA, Cuevas de El Soplao , El Castillo y Altamira

 


   Dicen quienes saben de geología y espeleología que El Soplao es una cueva única e irrepetible, una referencia para la espeleología mundial, de la misma manera que Altamira lo es para el arte prehistórico.
   Su interior constituye una maravilla geológica y espeleológica a nivel internacional, con grandes superficies tapizadas de aragonitos, falsos techos, gours, estalactitas y estalagmitas y concreciones excéntricas de extraordinaria belleza.


             

   La cueva, conocida desde finales del siglo XIX debido a la explotación de las minas de La Florida , está situada entre los municipios de Herrerías, Valdáliga y Rionansa, en lo alto de la Sierra de Arnero a 540 metros de altitud, en un antiguo paraje de explotación minera, pero no fue hasta 1975 cuando el Speleo Club Cántabro se adentró en ella y descubrió gran parte de sus maravillas.
    Hay que destacar el «falso suelo», una zona considerada por todos los espeleólogos como la «Capilla Sixtina» del mundo subterráneo, por su grandiosidad, disposición y conservación.

                 

          La cueva posee una longitud total de unos 17 kilómetros, aunque la visita turística actualmente contempla un recorrido de 1.500 metros a través de dos de sus ocho galerías, La Gorda y Los Fantasmas.

            

  La entrada se realiza igualmente por el tren minero, y a pie hasta la zona del Falso Suelo dónde comienza la aventura. Soy Minero...

 

    Con un guía entendido, pero que se excede con los chistes según mi opinión, me sumerjo en  las impresionantes formaciones geológicas presentes en las galerías de Campamento, El órgano, El Bosque, La Sirena. etc.



La salida de la mina me recibe con la vista en lontananza del  pico Arriellu


    En Puente Viesgo, al borde del río Pas, se alza el Monte Castillo, una elevación caliza de forma cónica que esconde en su interior un intrincado laberinto de cuevas frecuentadas por el hombre durante al menos los últimos 150.000 años.

              

   De entre las cinco cuevas con manifestaciones rupestres paleolíticas del Monte Castillo destaca la de El Castillo, descubierta por Hermilio Alcalde del Río en 1903 y objeto de numerosos trabajos  para la comprensión del desarrollo y comportamiento humano durante la Prehistoria en el sudoeste de Europa.

Su depósito estratigráfico, de unos 20 metros de profundidad, situado en la zona exterior a modo de abrigo, contiene abundantísimas evidencias de ocupación humana. Su estudio permite tener conocimiento de las condiciones ambientales, la flora y fauna, de la anatomía humana, el desarrollo tecnológico, las actividades económicas y el comportamiento social y simbólico de los últimos 150.000 años.

 

No te confíes. ¡Cuidado con el oso cavernario!




El interior de la cavidad contiene uno de los conjuntos rupestres más singulares e importantes de la Prehistoria de Europa. Sus numerosas figuras, todas ellas correspondientes a los albores de la presencia del Homo sapiens en Europa, representan un paseo subterráneo por los orígenes del pensamiento simbólico, la mente abstracta y la expresión artística.
Las representaciones ejemplifican las técnicas, los temas y los recursos gráficos que los artistas del Paleolítico superior (36.000-10.000 a.C.) utilizaron para expresar su mentalidad.


Dibujos y pinturas rojas, negras y amarillas (cuyo colorante se aplicó mediante diferentes soluciones: pincel, dedo, aerógrafo, etc.), grabados (en sus diferentes versiones atendiendo a las características de los surcos) y al menos dos esculturas simples asociadas a pintura muestran un diverso repertorio técnico.



   Las famosas manos de la cueva del Castillo. Las referencias a la figura humana son numerosas y expresadas mediante la técnica conocida como “mano en negativo”, un motivo especial en esta cueva debido a su elevado número, más de 50.

  

                Los signos de la cueva:  Los signos son abundantes, destacando las agrupaciones de puntos y las formas rectangulares.


Los animales y las figuras humanas
   Caballos, bisontes, ciervos y ciervas, uros, cabras, un mamut, etc., forman el elenco figurativo animal, un bestiario variado que representa a parte de los animales que cohabitaron con el hombre. 
 




Se encuentran situados a 2 km del núcleo urbano de Santillana del Mar, perteneciente a la comunidad autónoma de Cantabria en el norte de España.
La Cueva de Altamira fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985 y su techo de los polícromos ha recibido calificativos como la Capilla Sixtina del arte rupestre.





La creación de una escena integrando varias figuras, el uso de relieves propios de la cueva para generar volúmenes y la perfección en la técnica del grabado, que consigue claroscuros con sólo dos pigmentos, el negro del carbón vegetal y el rojo de óxidos, hacen única esta cueva.

Fue en 1868 y 1879 cuando se encontraron grabados del Homo Sapiens, correspondientes al Paleolítico Superior Magdaleniense y un número más reducido del Solutrense, en la conocida Cueva de Altamira, pero debido al deterioro de las mismas, se restringió el acceso

 


, y se construyó, junto a la cueva original, las nuevas instalaciones del Museo de Altamira y la Neocueva, réplica fidedigna y minuciosa de la original.


Pertenecen al solutrense, pinturas en rojo monocromas que representan caballos, una cabra, manos en negativo, y otras sin identificar.  


Se atribuye al magdaleniense, hace 14500 años aproximadamente, el resto de pinturas del Techo de los Polícromos: una manada de bisontes, una cierva, caballos, un posible jabalí y otros signos sin clara identificación por el momento.




En la galería más alejada y estrecha, se encuentran los caballos, ciervos, bisontes y figuras abstractas “tectiformes” de la Cola de Caballo.


 




















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