Mi programación inicial del viaje, la que hice desde Madrid, se vino abajo días antes de mi salida, cuando me enteré que el Parque Tairona, cerraba durante todo el mes de febrero.
Y como hay que ser flexible busqué alguna otra alternativa. Y ésta fue Minca... ¡Acerté!
Minca es un pueblecito que está situado en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta a unos 700 metros sobre el mar y a unos 15 km de Santa Marta.
Me lo han recomendado varios amigos y especialmente unos mochileros con los que tomé una cerveza el otro día en Santa Marta. ¡Voy a comprobarlo!
Desde Santa Marta, más concretamente desde el mercado, tomo una buseta. Es temprano y compro un billete de ida y vuelta. Tengo todo el día para "perderme" por los senderos que el pueblo me ofrezca. El autobús pronto se llena de jóvenes mochileros... Supongo que es gente como yo, que han elegido esta alternativa al Parque Tairona... eso sí, todos veinteañeros.
Mi libro guía de Lonely Planet, me habla del puente amarillo de la entrada... Ahí está.
"Donde veas motos, pregunta por tours, senderos, posibilidades..." me habían dicho los mochileros de Santa Marta... Bueno, pues ahí están, los he encontrado.
En el hotel de Santa Marta, me recomendaron un circuito y unas personas que lo llevaban.
Enseguida los encuentro. Fede, un joven de 20 años, es el que me atiende. Mi propósito es caminar , darme un baño en algunas cascadas y volver a media tarde.
Fede con una labia de feriante, me convence en pocos segundos, pero sin ningún agobio, de un circuito que combine tramos de caminar y tramos de moto, para aprovechar el viaje y el día, que por cierto, está espléndido.
Éste es el viaje que me propone : Pozo Azul, Finca cafetera "La Victoria", Los Pinos, Casa Elemento, Cascada Marinka y vuelta al pueblo... Acepto la propuesta... Natxo no sabes dónde te estás metiendo...
La primera parte es sencilla. Un paseo de hora y media hasta Pozo Azul. Allí me esperará Fede con la moto.
El paseo es agradable en algunos tramos. Hay otra parte, en la que algunas motos me adelantan por las pistas forestales muy pedregosas y polvorientas. Ahora empiezo a pensar si la elección de la moto ha sido acertada...
Aparece el río y lo sigo, por un pequeño sendero señalizado. Por ahora sólo se oye el sonido del agua...
Llego a la parte elevada de Pozo Azul. Todavía no he encontrado a mucha gente. Parece que he tenido suerte. El agua está fresquita. No me baño, pues aún, a pesar de que ya he roto a sudar, es temprano.
Igual luego me arrepiento de no haberme pegado un chapuzón, pues aquí no veo a nadie.
Por ir de listo... La pequeña piscina de Pozo Azul está concurrida. En cuanto se enteren que un poco más arriba esta vacío, no sé qué va a suceder... bueno, sí.
Opto por marcharme. Espero que Fede, esté esperándome en la moto...
Cumplidor y puntual con horario suizo. Ha traído otro casco para mí.
No sé, si no me voy a arrepentir. Ya no hay remedio.
Subir a la moto hace que mi flexibilidad se resienta. No sé si subirme por la derecha o por la izquierda... ¡Menudo paquete! nunca mejor dicho.
Fede es un conductor seguro y buen guía. Me va comentando algunas cosas del camino y me informa sobre la biodiversidad de la zona.
La próxima parada es en la finca cafetera.
Juan José es el joven que nos va a enseñar y explicar todo el proceso cafetero. Algo sé de mi experiencia nica y del tour que hice en Salento.
Para ganarse nuestro favor y atención, previamente nos invita a un café. ¡Qué voy a decir! Exquisito...
Nos enseña toda la maquinaria e instalaciones. Las máquinas son inglesas y datan del XIX. Creo que aún, funcionan de maravilla.
Seguimos todo el recorrido cafetero desde la recogida del grano, hasta el tostado
Según el momento en el que se encuentre, el grano recibe un nombre. Ya no lo recuerdo.
La producción no es muy grande y la distribuyen fundamentalmente por la zona. Es un café arábigo y lo venden en establecimientos groumet.
También hacen cerveza artesanal, con Sierra Nevada como franquicia. Nos ofrecen otro café, pero yo prefiero probar uno de los tipos de cerveza. Me inclino por la "pale" que es un poco más suave...
Y damos por finalizada la visita. Mucho mejor y más didáctica que la que recibí en Salento. ¡Gracias Juanjo!
Nos volvemos a montar en la moto. Tenemos un buen trecho hasta los pinos... Veremos que tal responde "el paquete". La moto es buena y tiene buenos amortiguadores... mejores que los míos.
Los bosques de bambú, protegen el camino... con muchas piedras por cierto.
Veinte minutos largos de moto... Con veinte años hubiera gozado, con sesenta y ocho mis riñones, mis cuádriceps y mi culo se resienten. Fede intenta que el mal trago se quede en trago.
El paisaje mitiga un poco las molestias. Nos vamos adentrando en la Sierra Nevada. El frescor de la mañana y de la altura es muy agradable. Ya casi no me duele el culo.
Fede me explica que este tipo de bosque de bambú fija la tierra, además de ser un material excelente para apuntalar las construcciones...Recuerdo haberlo visto en Bogotá, Pereira y algunas casas de la Comuna 13 en Medellín... Le pido a Fede que pare para hacer una foto del bosque desde su interior. En Colombia al bambú lo llaman "guadua.".
Y ya estamos en el lugar al que llaman los Pinos... La verdad es que sólo hay unos cuantos, pero que destacan en el paisaje.
Y hablando del paisaje desde esta cima se dominan dos vertientes.
Allí abajo he dejado Santa Marta. Adivino el mar y los altos edificios de la playa. También veo la isla que fotografié desde el paseo marítimo.
¡Impresionante! El mar aporta humedad y alguna nube.
Por el otro lado, las cumbres nevadas de la sierra. Entre ellas el monte Kenedy.
Pregunto a uno de los encargados del refugio, el porqué del nombre.... Es venezolano y no me lo sabe responder. Pero sí me dice, que detrás de esa nieve está Venezuela.
Es un gran mirador, éste de Los Pinos... Ya hemos llegado prácticamente al punto más alto del trekking.
Y otra vez a la moto. Nos dirigimos a un hostal de montaña, muy visitado por mochileros, especialmente europeos y norteamericanos... Casa Elemento, no sé a qué viene ese nombre.
Lo primero que me llama la atención, además de la ubicación del hostal, son esas hamacas gigantes suspendidas al vacío, sobre el valle...La gente retoza al sol del mediodía; la temperatura es muy agradable.
A mí me llama más la atención la piscina. Después de la paliza motera, mi cuerpo agradecerá un baño.
Fede me dice que aproveche la ocasión, pues la piscina está vacía... No espero ni un segundo.
Tras el baño comemos en el mismo hostel, el menú de la casa. Todavía nos queda un buen trecho y después de tomar un buen café, emprendemos viaje...
Media hora en moto es mucho tiempo y más por estos caminos.... Menos mal que el paisaje tan diferente, hace que las piedras y el polvo del mes más seco, se olviden.
Un letrero me dice que estamos cerca. Por ahora estamos solos...Me animo a subirme a la hamaca colgante. Me da un poco de vértigo.
Estoy tan cansado que no me cambio y tan solo pongo a remojo mis pies. Da gusto...
Durante la primera parte de la bajada, veo estos ekohaps escondidos en la montaña. Pronto el turismo detrozará esta zona.
La segunda parte del recorrido es por esta pista forestal. Me cruzo con motos que suben a por gente desperdigada por el camino. Ya empieza a atardecer. Miro al reloj y son las !7:00 h
Fede me espera a la entrada y me hace un recorrido por las cuatro calles de este pueblo de 500 habitantes.
Me invita a una cerveza en este original bar. Te descalzas, entras en el río, te sientas y pides una cerveza...de coca.
He acabado roto, pero me marcho muy contento .
Mientras vuelvo en el bus a Santa Marta me despido de Minca y su entorno.¡El viaje ha merecido la pena!
Ha sido un placer compartir este viaje contigo desde Madrid
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