sábado, 8 de febrero de 2020

COLOMBIA, Zipaquirá, la catedral de sal


     Zipaquirá es una ciudad de unos 120.000 habitantes. Está a unos 50 km de Bogotá en plena sabana, por lo que conserva la altitud capitalina, unos 2600 metros de altura sobre el nivel del mar.
      La ciudad cobra importancia desde antes de la llegada de los españoles. Los indios muiscas ya comerciaban su sal con otros productos como miel y panela.         
      "Los colonizadores" intentaron en un principio, congregar a los indígenas que vivían dispersos, en la actual ubicación bajo el nombre de Ciudad de Zipa, el cacique indígena. Posteriormente, nuevos colonos españoles desplazaron del lugar a los indios creando la ciudad de Zipaquirá. Ésta adquirirá importancia durante la Revolución Comunera, previa a la Independencia de Colombia en 1811.


      Utilizo uno de los autobuses que salen de la terminal Norte, Portal del Norte de Bogotá, para llegar a Zipaquirá. El viaje dura unos 45 minutos. En el camino aprovecho para tomar algunas fotos de la sabana bogotana. La sabana forma parte del altiplano. La verdad que el nombre de sabana no está muy bien puesto, pues su régimen de lluvias es mucho mayor que el de ese ecosistema. El verde está presente durante todo el año.

Sabana
         Si hubiese dispuesto de un fin de semana, sábado o domingo, hubiera hecho el recorrido en el tren de la sabana, pero no era el caso. Hoy es martes.

Estación del tren de la sabana Zipaquirá
Tren turístico de la sabana



    
   Son las 10.30 horas, cuando el bus me deja a escasos metros de esta plaza. Es la Plaza mayor o plaza de los Comuneros.
    La plaza la preside la iglesia Catedral.



    La Basílica está flanqueada por estos dos edificios. Uno de ellos es la Alcaldía y el otro la casa Quevedo, que han convertido en un Museo de la ciudad.

                                

        Quiero aprovechar la mañana para ver la Mina de sal (Catedral de la sal). Me indican que puedo llegar andando por esta calle colorida.

                                  

     Señales indicadoras, algunas esculturas e incluso una línea marcada en el suelo me conducen hasta la mina. Son unos 20 minutos de camino en subida. Lo tomo con tranquilidad.


    La Catedral de la Sal es uno de los monumentos más importantes de Colombia y está considerada como una de las nueve maravillas modernas del mundo... Al menos eso dicen. Hoy en día, la Catedral de la Sal es el sujeto de atención; la mina quedó en un segundo plano. Su origen fue una pequeña capilla, que los propios mineros excavaron en la mina, para estar protegidos de los derrumbes y accidentes.

   No tardo en llegar a la entrada. Tengo que sacar el ticket correspondiente. No hay apenas gente y me adentro por una boca que sabe a sal...
           
          

    La primera parte consta de 13 paradas o estaciones del viacrucis. Todo lo que veo son rocas de sal talladas y posteriormente iluminadas.

                                 

     El juego de luces hace que cada estación estimule la imaginación, te ayude al silencio y a la reflexión y después tú mismo...
                                                 

         Estamos a 190 metros de profundidad, la luz crea ambientes distintos y un tanto tenebrosos...

              


                           

                    Un Belén muy salado y sonrosado... Las figuras están talladas en  mármol y en sal.



        Después de dos horas de visita, bajo otra vez al pueblo de Zipaquirá. Me han recomendado comer en El Camino del Chorro... El hambre me ayuda a encontrar el restaurante fácilmente.



        Un paseo por el pueblo sustituye a una siestecita. Callejeando me topo con esta escultura. Un recuerdo de los primitivos pobladores "muiscas" de esta zona de la Sabana.


    Antes de marchar visito el liceo donde estudió sus años de bachillerato Gabriel García Márquez.
Fotos y recuerdos de su adolescencia y según dicen, sus orígenes como escritor, nacen aquí.


Ha merecido la pena la visita. Vuelvo a Bogotá.


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