Veo una estepa árida rodeada de páramos yermos y surcada por los meandros de un gran río azul verdoso que alimenta un enorme lago. En su costado un pueblo con casas de madera. El río es el Gallegos, el lago se llama Argentino y el pueblo El Calafate. Un aventurero llamado Francisco Moreno, a finales del XIX, se aventuró por estos lares y así los bautizó.
En el aeropuerto tomo un autobús que me deja a la entrada del pueblo. Es media tarde y tengo que ver por dónde queda mi hotel. El pueblo es pequeño, aunque un poco disperso.
El hotel está en un alto, cerca de la calle principal, pero con unas escaleras prominentes para que no tengas que dar una vuelta por la carretera. Si quieres atajar, sufre un poco y camina.
Al final, cojo un taxi, pues subir con la maleta por esas escaleras no es plan. Me siento aventurero, a pesar del Taxi; el hotel se llama "Marco Polo".
He descansado y tras un buen desayuno, voy a dar una vuelta por el pueblo y de paso contratar un tour para visitar el Perito Moreno y sus alrededores.
Tanto mi guía como la agencia de turismo me recomienda visitar el museo de la Municipalidad. Tengo todo el día, así que no me lo pienso.
Estas carretas de la entrada eran las transportadoras del oro blanco de la región: la lana.
Tras comer frugalmente, doy un tranquilo paseo por el pueblo, de punta a punta. Sus casitas podrían recordarme algunas imágenes de los Alpes franceses o suizos; saboreo un café y leo mi guía. Me recomienda que me acerque a la ribera del lago, la laguna Nímez.. Es el refugio de muchas aves. especialmente cuando va cayendo la tarde. Hay un centro de interpretación, pero ya están cerrando cuando llego.
Antes de volver al hotel, me doy una vuelta por el mercado de los artesanos. Comprar no es mi intención, pero igual aprovecho para comer algo.
El típico cordero patagónico. Creo que lleva toda la tarde, dale que te pego. Voy a probarlo con una ensalada y una cervecita.
Mañana navegaré por los brazos del lago para contemplar los glaciares que dan continuidad a la Cordillera Andina que deje en Ushuaia.
Mañana navegaré por los brazos del lago para contemplar los glaciares que dan continuidad a la Cordillera Andina que deje en Ushuaia.
Bellísimo paisaje. Ten cuidado con el viento, yo cogí un catarro de narices por allí. Navegar sintiendo el viento una sensación inolvidable. Sigue disfrutando , amigo. A eso has ido y lo estás consiguiendo.
ResponderEliminarGracias Consuelo
ResponderEliminarLlega tu mensaje de gracias, ya lo ves. También tu correo. Un placer seguir tu viaje.Abrazos
ResponderEliminarMaitia nun sira?
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