La estepa sigue dominando los accesos, pero en el caso de Bariloche se vuelve un poco más verde y más arbolada y mucho más a medida que me acerco al bosque patagónico. Estoy en el límite con la Pampa, zona central del país, y que la tendré que dejar para un próximo viaje.
Por cierto, Bariloche es la ciudad del chocolate y yo sin probarlo. Sin más comentarios.
El primer itinerario que hago es al Parque Nacional de los Arrayanes. No lo había programado así, pero hay huelga de autobuses y me las arreglo por mi cuenta. Con dos chicas argentinas del hotel alquilamos un "remis", auto con conductor, que nos lleva a Villa Angostura a unos 50 kilómetros de Bariloche, bordeando todo el lago Nahuel Huapi. En lengua mapuche, Nahuel es puma y Huapi es isla, haced vosotros la conversión y a fantasear. A propósito de coincidencias, a mí me suena el patio de los arrayanes de la Alhambra.
Camino por un sendero del bosque, de unos 14 kilómetros, en una pequeña península dentro del lago que forma parte del Parque Nacional Nahuel Huapi. El arrayán es un arbusto de metro y medio, que vive solitario dentro del bosque húmedo, pero que aquí alcanza los 20 metros de altura y conforma un bosque en el extremo sur de la península, ya al final del sendero.
Vuelvo en un catamarán hasta el pueblo al atardecer. Por suerte ya funcionan los autobuses y a las 20:00 horas estoy en el hotel de Bariloche.
Una buena ensalada y una trucha del lago en escabeche, me alegran la noche.
Hoy segundo día, contrato una excursión a los Siete Lagos, dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. Este tipo de excursiones tiene ventajas e inconvenientes para un viajero solitario, como yo. Hoy, me quedo con la ventaja de Sebastián, un guía experimentado que nos va desmenuzando el camino por el bosque patagónico, haciendo un estudio del paisaje y de sus habitantes que me gusta y enriquece. La cultura mapuche está presente en todo el recorrido.
No os canso con el nombre de los siete lagos, pero con este día soleado los paisajes son a cada cual mejor. El bosque patagónico húmedo aumenta sus ejemplares con respecto a Ushuaia y El Calafate: Lengas, Cohiues, Nires, Cipreses, Robles, Alerces algunos Álamos en las riberas y mucho Rosal silvestre.
Mis dedos indican los pasos por los distintos lagos para luego poder recordarlos:
El segundo lago... Y el tercero... Y el quinto...
Lago Lácar, Lago Machónico, Lago Villarino, Lago Falkner, Lago Escondido, Lago Espejo y Lago Correntoso... El guía Sebastián se ha empeñado en que me los aprenda.
Al fondo, San Martín de los Andes. El viaje tiene como punto de referencia la ciudad de San Martín de los Andes, a orillas del lago Lacar, repitiéndose como ciudad patagónica, aunque mejor estructurada. A propósito, no tiene ni un solo semáforo en sus calles. Me ha gustado mucho.
En San Martín hay un museo, centro de interpretación, que visito y me ayuda a fijar estos elementos junto con la fauna, que salvo aves, muchas aves, apenas he visto.
En uno de sus múltiples restaurantes, como un plato de lentejas con estofado de ciervo rojo. Ya tenía ganas de un buen guiso.
Y por fin, mi tercer recorrido en el Parque Nahuel Huapi:
El cerro Tronador cuando el sol de la mañana le da en la frente, realza su corona blanca perpetua, 3800 metros. Es el único de la zona que mantiene sus nieves. Pero por la tarde, cuando el sol le da la espalda, se vuelve uno más, envuelto en el azul de la tarde que diría Machado de la sierra madrileña (creo). Hoy lo visito y veré por qué es tan tronador.
El viaje de hoy, es por una carretera sin asfaltar y después de las primeras mil curvas, en un bosque cerrado bordeando lagos, se te hace un poco pesada. El tronador es un volcán extinguido, que sigue metiendo ruido, pero no por su material piroplástico, sino por los continuos aludes y desprendimientos que se suceden en sus laderas y que van a parar al ventisquero negro y su laguna. Espero que con las fotos os expliquéis lo de glaciar y negro.
El cerro Tronador es uno de los grandes desconocidos de la zona y, para mí, una de las actividades más espectaculares que hago en Bariloche. Se trata de un volcán extinto de más de 3000 metros cubierto por glaciar. Las lenguas más importantes son el glaciar Negro y el Castaño Overo. En la media hora que he estado mirando se han sucedido dos aludes con su correspondiente tronada y desprendimientos. Témpanos de hielo desprendidos flotan cual pequeños icebergs en las aguas de la laguna.
La última parte del viaje, después de tomar un café en la entrada, es la Garganta del diablo, volvemos con los aliados de satán. Tras un kilómetro de suave subida, se llega a la boca de esta cascada.
Vuelvo un poco cansado de tanto bache y traqueteo, pues la carretera era de ripio como aquí le llaman a la gravilla; pero estoy contento. Una chica chilena con la que he subido a la garganta del diablo, me ha hablado de la zona hermana del Pucón chileno y me ha escrito algunas referencias. ¡Qué buena gente!
Mañana lo dedicaré a Bariloche y alrededores, el circuito chico que llaman.
En efecto los guias son muy buenos, yo también recuerdo al que nos acompañó a nosotros.¿Te ha contado también la historia del vasco Antxorena?.
ResponderEliminarQue sigas disfrutando y contándolo.
Lo del vasco me lo han contado en Iguazù y en dos sitios de la Patagonia...
ResponderEliminarFabulación o don de la ubicuidad de los de Bilbao ?
ResponderEliminarTanto paisaje espectacular es abrumador. El blog te sirve para compartirlos con los amigos y contigo mismo cuando vuelvas, porque digerir esta aventura te va a llevar unos cuantos meses, que tú no eres de Bilbao.
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