Nuestro conductor y guía hace la primera parada.
Entramos en la Quebrada de Cafayate o de las Conchas. Un paisaje erosionado y salvaje, principalmente de roca arenisca, coloreada con otros minerales. La erosión ha tirado de fantasía conformando formas a las que los lugareños han dado nombres para el deleite de los turistas.
Entrada de esta Reserva Natural. El día nos compaña...
Mientras, el río sigue erosionando el valle. De ahí el nombre de quebrada.
Es la segunda parada que hace el conductor-guía. Al fondo el río que aprovecha su fuerza erosiva.
Es una pena que no pueda recoger el sonido de una flauta andina que un músico nos ofrece a la entrada de este monumento natural... ¡Los pelos como escarpias!
Continuamos el viaje entre moles de arenisca supervivientes de la erosión.
Y por fin llegamos a Cafayate, ciudad de viñedos y excelentes vinos.
El objetivo del viaje, al menos así lo indican sus cabeceras, es el conocer toda la actividad vinícola del lugar. Acabamos el viaje en una bodega en la que degustamos un blanco y un tinto de la tierra. Su origen es de un tal Aramburu, a finales del XIX. El vino con fama se llama Torrentes.
Tras unos tragos, por cierto está mejor el tinto, se desata la amistad entre los viajeros que formamos el tour.
Nos vamos a comer... ¡A ver si empapamos!
Espectacular paisaje.. Da gusto ver las fotos y leer la descripción impresionada que haces. Cuidado con las alturas.
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